Una gigantesca cueva-museo muestra en Granada cómo vivía el hombre del paleolítico y el neolítico
Granada cuenta, desde esta semana, con una de las primeras cuevas-museo del país en donde el visitante puede conocer, mediante la exposición de objetos y esculturas a tamaño real, cómo vivían los hombres del paleolítico y del neolítico. La Cueva de las Ventanas, una impresionante gruta de más de un kilómetro de longitud y simas de hasta 30 metros de altura pretende aunar el conocimiento científico sobre la Prehistoria con la cultura mediante un recorrido sobre las formas de vida y costumbres de los trogloditas de hace más de 13.000 años.
El proyecto, emprendido por el Ayuntamiento de Píñar hace tres años, que ha requerido una inversión de 200 millones de pesetas y la colaboración de un equipo científico de más de 40 personas entre geólogos, arquéologos e historiadores, pretende dar a conocer cómo los primeros pobladores de la provincia de Granada vivían en la gigantesca Cueva de las Ventanas y como, a lo largo de siglos y milenios, fueron evolucionando. Uno de los grandes hallazgos en la gruta, que ya ha despertado el interés de la revista National Geographic y que le dedicará un artículo en diciembre, es la aparición de coprolitos (excrementos fósiles) de hienas, lo que puede arrojar nuevos conocimientos sobre la dieta y los tipos de polen que había en la zona hace miles de años. Lugares estratégicos La cueva, a la vez que espectáculo visual por sus enormes dimensiones, similares a los de los Jameos del Agua, en Lanzarote, y por sus estalactitas, es un paseo por la Prehistoria para el visitante. Los responsables del proyecto, dirigido por el arqueólogo José Antonio Riquelme, han ubicado en lugares estratégicos objetos como las primeras hachas hechas por el hombre, moldes para fabricar flechas o cucharas hechas a base de fémur de caballo, que ilustran el tipo de vida de los trogloditas. También han colocado diferentes esculturas a tamaño natural de hombres y mujeres desarrollando diferentes actividades, como la elaboración de tejidos o la pintura rupestre. Los objetos muestran el grado de inteligencia que desarrolló el hombre primitivo: para conseguir fundir metales como el cobre, debían crear antes vasijas que pudieran soportar altísimas temperaturas: para ello utilizaban arcilla térmica. O, para construir un cuchillo o una flecha, observaron que era mucho más fácil crear un molde archilloso en el que depositar el metal al rojo vivo, que luego pulían. Una de las zonas más sobrecogedoras y espectaculares es la de los enterramientos, ya en las profundidades de la gruta, donde la temperatura desciende a 13 grados. En el comienzo del neolítico, según explicó Fidel Villar, divulgador cultural del proyecto, los cadáveres no eran enterrados. Cuando una persona enfermaba, sus congéneres la mataban y comían su carne. Luego limpiaban a fondo cada hueso, lo pintaban, y colocaban el esqueleto en posición fetal, atado por las muñecas y los tobillos, junto a cuencos con comida y extraños símbolos antropomorfos. Son los primeros indicios del misticismo. En una época posterior los cadáveres eran depositados sin devorar y, ya más avanzado el neolítico, por fin enterrados, según señala el arqueólogo José Antonio Riquelme. Debido a la filtración de agua, que aún continúa -"se trata de una cueva viva todavía", dice el arqueólogo- el carbonato cálcico iba diluyendo el calcio de los huesos, con lo que éstos aparecen hoy como fundidos en la roca, formando parte de ella. En la parte más profunda de La Cueva de las Ventanas, que lleva ese nombre por la forma de las tres entradas, hay una profunda sima de casi 30 metros de altura que aún no ha sido explorada en su integridad. Para los responsables del proyecto, puede existir una conexión con otras muchas cuevas de la zona, una de las más ricas de Granada en cuanto restos arqueológicos. La intención del equipo de Riquelme no es sólo quedarse en el neolítico, sino mostrar cómo vivieron en la cueva los iberos, los romanos e incluso los árabes, que construyeron el castillo de Píñar, ordenado por Al-Mandani, fundador de Tetuán, y que es una de las grandes riquezas aún por descubrir. Hace no muchos años se encontró en la cueva un tesoro de monedas de plata de Al-Ándalus. "La riqueza de este lugar es impresionante", afirma Riquelme. "La Cueva de las Ventanas, la Cueva de la Carihuela, las pinturas rupestres o el castillo árabe son lugares para investigar de primer orden" Desde que el pasado lunes se abrió la cueva, ya perfectamente iluminada y preparada, no han dejado de llegar visitantes que, por 1.000 pesetas de entrada, se dan todo un paseo por las edades del Hombre.
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