Larraín muestra la transición de Chile en su última película
En "El entusiasmo" participan Maribel Verdú, Carmen Maura y Lázaro Escobar
El director Ricardo Larraín (Santiago de Chile, 1957) vuelve a recorrer la geografía chilena para ofrecer una mirada sobre la transición de Chile en los noventa y reflejar la pérdida de utopías colectivas en la actualidad. El entusiasmo, su segundo largometraje, se desarrolla en el desértico norte chileno, donde tres amigos, que encarnan Maribel Verdú, Lázaro Escobar y Álvaro Rudolphy, se instalan para abrir una agencia de turismo de aventura.
El entusiasmo -una coproducción en la que participan Chile, España y Francia, que se estrena hoy en España- narra la pérdida de los ideales del hijo pequeño, Fernando (Lázaro Escobar), que, cegado por una desmedida ambición de éxito, se une a un poderoso grupo financiero de negocios dudosos. "Todo el mundo tiene el sueño de huir del sistema, pero, al mismo tiempo, juega con él; es decir, tienes que vender una parte de ti para conservar la otra", afirma Ricardo Larraín, que obtuvo con su anterior largometraje, La frontera, el Oso de Plata en el Festival de Berlín en 1991.El entusiasmo tiene sus referentes, según el realizador, en la tragedia clásica griega. "Todos los héroes trágicos son entusiastas, se creen capaces de realizar cualquier aventura, pero si no tienes sabiduría, uno se ciega y empieza a cometer errores que pueden llevar a la destrucción", declara Larraín. A partir de la mirada de Fernando e Isabel (Maribel Verdú) surgirán las conflictivas relaciones que ponen en juego el amor y la amistad entre los personajes.
Según este director, la película, aunque muestra una mirada dura y algo triste del mundo actual, no pretende hacer un juicio ideológico, sino plantear un interrogante y una reflexión sobre el contexto histórico "desde una perspectiva humana". Tras la caída del muro de Berlín, la idea de que el mercado lo resuelve todo ha traído consigo la pérdida de todo proyecto colectivo, a juicio de Larraín. "El personaje de la película representa la energía de la sociedad, de conseguir el éxito de forma individual. No existe la ecuación entre la individualidad y la vida pública".
Otra de sus lecturas, según el director, es trasladar la historia de El entusiasmo a la de Pinochet: "Es la historia de un personaje que vuelve herido de muerte y ya nadie lo espera, porque la historia ya lo dejó".
Babelia
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