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Un profesor reúne sus estudios sobre José María Hinojosa, uno de los poetas olvidados del 27

El poeta malagueño José María Hinojosa (1904-1936) es uno de los grandes olvidados de la generación del 27. No tiene, obviamente, la fuerza literaria de escritores de la talla de García Lorca, Luis Cernuda o Gerardo Diego, pero es un escritor importante que figura con méritos propios en el grupo del 27. El profesor de Literatura Contemporánea de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Julio Neira acaba de publicar en la Fundación Genesian de Sevilla sus estudios sobre Hinojosa bajo el título Viajero de Soledades.

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Circunstancias de diversa índole contribuyeron al olvido de Hinojosa. Dirigente de una formación política de derechas, el Partido Agrario Español, un grupo de milicianos fusiló a Hinojosa en Málaga al comienzo de la guerra civil. La izquierda no tuvo así demasiados deseos de reivindicarlo. Tras ganar la guerra, los franquistas tampoco hicieron nada por recordarlo. No en vano había sido uno de los introductores de las subversivas ideas del surrealismo en España. A las almas pacatas de la clase dirigente de la posguerra no les agradaba demasiado un personaje como Hinojosa: surrealista, un tanto heterodoxo en materia religiosa y aficionado a algunas de las variantes del erotismo. "En Viajero de soledades he recogido mis trabajos sobre Hinojosa. En algunos casos, son artículos que salieron a la luz en distintas publicaciones y son difíciles de encontrar", explica Neira. El autor reconoce que su labor indagadora tras las huellas de Hinojosa no debe llevar a sobrevalorarlo. "Está claro que Hinojosa es un poeta que no alcanza la calidad de los más originales del grupo del 27", señala el profesor de Literatura Contemporánea. A partir de esta premisa, Neira intenta fijar la aportación poética de Hinojosa en la literatura española. "Su primer libro, Poema del campo, es una excelente síntesis estética de los caminos de la poesía española en 1925", explica. El libro es una especie de crisol en el que se cruzan las corrientes más fértiles de la poesía española de la época. "Hay una poesía pura que tiene sus raíces en Juan Ramón Jiménez. Hay también rasgos de lo que hacía Antonio Machado en esa época. El libro recoge asimismo poesía de índole cubista muy interesante y poesía popular al estilo de Rafael Alberti y García Lorca", manifiesta Neira. El segundo libro, Poesía de perfil, fue publicado en 1926. "Hay en él una crónica de su evolución estética. Se refleja la evolución de un poeta que viaja desde Madrid a París. Hay un tránsito hacia la vanguardia. Hinojosa conoce el surrealismo y eso se ve en muchas imágenes del libro", continúa Julio Neira. "Pero la mayor trascendencia de su obra es a partir de 1928. La Flor de Californía es el primer libro surrealista escrito en España. ¡Ojo! ¡Es Californía, con tilde, no California!", comenta el profesor de la UNED. La Flor de Californía está compuesto de siete relatos y siete textos oníricos. Neira hace hincapié en el impacto que causó este libro en el panorama poético. "Tras su publicación, hay varios escritores que buscaban el mismo camino y que vieron que era factible una poesía más o menos desligada del control lógico", comenta. El profesor Neira apunta en su estudio que Vicente Aleixandre, futuro premio Nobel y auténtico buque insignia del surrealismo en España, pudo recibir el influjo de la obra de Hinojosa antes de publicar sus primeros libros. La implantación de la II República llevó a Hinojosa por los derroteros de la política. El poeta malagueño encontró su sitio entre las derechas. Su última obra, La Sangre en Libertad, presagiaba en 1931, con cinco años de antelación, su muerte. Otro fusilado en Málaga, el general Torrijos, figuraba en el poema. "Después este grano de anís era la Muerte / recién salida de un cascarón blanco / hallado entre la arena de la playa / momentos antes del fusilamiento de Torrijos / mientras se hundía en tierra la sombra desgarrada / del único árbol que su savia es sangre de los pájaros. // Antes de que amanezca / vendrá a dejar su sangre una paloma blanca sobre nuestro tejado / y esa sangre cuajada a las doce del día podrá ser nuestra piel". José María Hinojosa murió fusilado el 22 de agosto de 1936 ante las tapias del cementerio de San Rafael. Volvió a esa soledad de la que nunca consiguió salir. "Por todos los caminos he sido viajero y he encontrado tan sólo fuentes de soledades", escribió Hinojosa en una ocasión.

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