Las caras y los desconocidos

Para que un cine renazca, para que vuelva a despertar la curiosidad, también necesita renovar su imagen, es decir, su galería de actores. Elodie Bouchez y Natacha Régnier, la pareja de La vida soñada de los ángeles, nos proporciona los rostros femeninos con los que identificamos el nuevo cine francés, pero ahí están también Virginie Ledoyen, o Ducastel-Romane Bohringer, Elsa Zylberstein, Sandrine Kiberlain, Jeanne Balibar o Karin Viard, así como una serie de actores jóvenes como Melvil Popaud, Mathieu Amalric, Bruno Putzulu, Stanislas Merhar, Gaël Morel o Denis Podalydes. Todos ellos aseguran el relevo y la continuidad, el relevo de las generaciones de Catherine Deneuve y Jean Louis Trintignant, de Isabelle Huppert y Gérard Depardieu, de Emmanuelle Béart y Vincent Perez o de Juliette Binoche y Daniel Auteuil.Pero la veintena de títulos que, con diversa fortuna, han intentado encontrar espectadores en España sólo son una muestra -y no la mejor- de una producción que, incluida la hecha con otros países, supera las 180 películas al año. Por ejemplo, entre los filmes injustamente olvidados están Y'aura-t-il de la neige à Noël?; Dieu seul me voit; Le fils du requin; Venus Institut; Des nouvelles du Bon Dieu; Reprise; Haut les coeurs; Pas tres catholique o las muy recientes La vie ne me fait pas peur; Ça commence aujord "hui o La Dilettante.