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Reportaje:

Cien años de memoria

Jesús Insausti, Uzturre, pudo fallecer tranquilo en julio de 1993. Seis meses antes, el 26 de enero, se inauguraba en el Palacio Meñaka de la localidad vizcaína de Artea el Archivo del Nacionalismo Vasco, una de las tareas en los que puso más tenacidad y empeño el veterano dirigente del PNV, primer presidente de la Fundación Sabino Arana. Se fue conformando a partir de los archivos del Euzkadi Buru Batzar (EBB), depositados en Villa Izarra, en Baiona -la última sede del PNV en el exilio- de los de las familias Sota, Arana Goiri, Zabala Azkue y muchas más (hasta 735), sin olvidar los de asociaciones políticas vinculadas al PNV antes de la guerra civil. Este centro, que depende de la citada Fundación Sabino Arana, es una referencia imprescindible para conocer una parte importante de la historia del País Vasco de este siglo. El paseo por este archivo-museo comienza con una síntesis de la historia de este movimiento político que concluye en 1995, año del centenario del PNV. A su fundador, como no podía ser de otra manera, está dedicada la primera sala. Ahí el visitante puede ver, además de clásicos fetiches personales, como una pitillera o un cepillo de ropa, documentos más importantes, como el telegrama que Sabino Arana remitió al presidente estadounidense Rooselvelt en el que le felicitaba por la independencia de Cuba. Pero quizás lo más interesante de estas vitrinas sean los distintos diseños de banderas que desembocarían en la actual ikurriña. Los colores estaban claros desde el principio, pero el juego de la cruz blanca y el aspa verde sobre fondo rojo estaba destinado en principio a Vizcaya (había otros cinco diseños para el resto de los territorios), aunque al final fue ésta la elegida. Ya en la primera planta, después de pasar por una carta etnográfica de Europa de 1916 que está colgada en la pared de la escalera, se accede a las últimas donaciones y a un pequeño recorrido por la vida Uzturre, impulsor del archivo. Entre estas últimas documentaciones recogidas por la Fundación Sabino Arana se encuentra el original del telex que remitió el general Milans del Bosch a los distintos gobiernos militares de su región para pedirles que cesaran en el levantamiento militar del 23 de febrero de 1981. Bustos y estandartes Pero lo más interesante del archivo se encuentra en la segunda planta. Como aperitivo, un estandarte de 1910 que se llevó en una peregrinación a Lourdes por un grupo de nacionalistas de Elorrio y que tiene un diseño de los tantos que manejó Sabino Arana antes de llegar a la actual ikurriña. Frente a este estandarte, varios de los bustos de Sabino Arana que realizó Jorge Oteiza a comienzos de la transición. Y en la sala principal se retoma el recorrido cronológico que en la planta baja había terminado en los primeros años del PNV. Son los años más duros para el partido, los que comienzan con la guerra civil y terminan con la muerte de Franco. Se reflejan las dificultades que pasaron muchos de sus militantes y simpatizantes, pero también las ingeniosidades propagandísticas, la promoción de la cultura vasca en el exilio o la alegría que supuso la muerte de Franco y la llegada del Estatuto de Autonomía. Así, se muestra el armamento y correaje del comandante del batallón Ibaizabal, Iñaki de Arana, donados por la familia con la condición de que se respetara el rasgado de la manga que se tuvo que realizar para intentar salvarle la vida, antes de que falleciera a causa de una herida de bala; o el uniforme original (chaqueta y unas medias que hoy sólo se utilizarían para subir al Gorbea) de la primera selección de Euskadi. Pero la guerra se perdió y llegaron el exilio, la cárcel y el miedo a la represión que llevó a esconder cualquier material de significación nacionalista, como la bandera de Abandoko Emakume Abertzale Batza (agrupación de mujeres nacionalistas del distrito bilbaíno de Abando) que estuvo enterrada durante cuarenta años, doblada en cuatro partes. Así lo muestra el que la ikurriña que ocupaba la parte superior izquierda se haya reproducido por la humedad en las otras tres partes de la enseña. En el exilio, los nacionalistas comenzaron a trabajar en la difusión de sus ideas y de la cultura vasca en general. Prueba de ello fue la labor del coro Eresoinka, que recorrió Europa interpretando melodías vascas tradicionales y modernas, como reflejan los programas que se muestran en esta exposición. Junto a ellos, el uniforme de las coralistas y una fotografía en la que aparecen Luis Mariano y la madre de Plácido Domingo, Pepita Enbil. No sólo en el exterior se pretendía difundir la idea nacionalista. En ningún momento se abandonó el País Vasco peninsular, bien mediante las emisiones de Radio Euzkadi, que se escuchaban con la discreción necesaria; bien mediante la propaganda: por ejemplo, en las fiestas patronales o por San Ignacio se tiraban bombas -como las que se muestran en una de las vitrinas de esta segunda planta- de las que salían miles de ikurriñas. El Archivo del Nacionalismo Vasco concluye con un audiovisual que recoge en imágenes y sonido la historia del partido.

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