El decreto sobre los perros
Me refiero a la normativa que se propone aprobar la Comunidad de Madrid el próximo día 24 de agosto, relativa a fijar una serie de normas aplicables a la tenencia de perros en dicha Comunidad y que, mucho me temo, podría servir de modelo para otras muchas comunidades españolas. Creo que esta ley está dirigida a evitar casos como algunos que han publicado últimamente los medios de comunicación y que son verdaderamente lamentables, y que toda persona de bien deplora.Pero pienso que nunca deben pagar justos por pecadores y en este caso podría ocurrir. La convivencia en las ciudades y pueblos no siempre es fácil, y nuestro deber cívico es combinar el respeto al prójimo con la tolerancia.
Quiero decir que si bien el dueño de un perro tiene la obligación de no producir molestias ni perjucios al resto de la ciudadanía, y mucho menos agresiones, no es menos cierto que también tiene derecho al respeto a sí mismo como persona y a su perro, pues no hay que olvidar que los animales también tienen sus derechos. De momento, con esta campaña de dar publicidad a unos desgraciadísimos accidentes de agresiones de perros a personas, se han metido en un mismo saco perros agresivos con otros que no lo son.
Es cierto que en los últimos años han aparecido en España una serie de razas de perros creadas para la lucha entre perros o para guarda o defensa. También es cierto que muchos de estos perros han sido adquiridos por personas cuya catadura moral deja mucho que desear, y son éstos, principalmente, los que causan los problemas, aunque en otras ocasiones el problema puede estar originado por la irresponsabilidad del dueño del perro o por el desconocimiento de las características del perro que posee.
Cada raza de perro ha sido creada por el hombre con una finalidad de utilidad para sí mismo, y antes de adquirir un perro hay que informarse muy bien de las características de la raza elegida y saber si uno es el dueño adecuado para tener un animal de ese tipo o no. Existen libros en el mercado para poder consultar, al igual que multitud de asociaciones de protección animal que pueden informarnos al respecto.
Lo que está ocurriendo actualmente en nuestras ciudades es que se han creado dos bandos antagónicos: los aficionados y propietarios de perros que sufren la hostilidad, increpaciones e injurias y también agresiones de los detractores y enemigos de los perros. Está bien que regulemos la tenencia de perros para que no produzcan molestias al vecindario, pero no podemos dotar a los detractores de los perros de armas para esgrimirlas en contra de los perros y de sus dueños.
Pensemos que normalmente un perro no es agresivo si no se le hace agresivo (reconozco, como ya he dicho antes, que existen razas de perros creadas por el hombre para la agresión a otros perros o personas, en función de guarda o defensa, pero estas razones todos sabemos cuáles son y no debemos confundirlas). Existen muchos de nuestros conciudadanos y vecinos que, por multitud de razones, tienen como su mejor o única compañía un perro. En todos los medios de comunicación nos han contado las múltiples cualidades beneficiosas de la compañía de los perros para ancianos, personas solas, niños con o sin problemas de comunicación.
Pues bien: ¿obligaremos a una persona anciana que viva en una décima planta a subir y bajar andando, por lo menos tres veces al día, las escaleras de su casa para sacar a pasear su perro por la prohibición de usar el ascensor? ¿Obligaremos a muchas personas a deshacerse de su perro para no tener que sufrir a diario la hostilidad y las agresiones de sus vecinos, envalentonados éstos por unas leyes a todas luces injustas?
Los medios de comunicación airean continuamente y de forma justificada las agresiones que se producen por parte de algunos hombres a sus parejas femeninas, y no he visto que se prohíba ni se reglamente la libre circulación de todos los hombres por la calle ni la utilización de éstos de los lugares públicos, ni que se les prohíba viajar en medios de transporte colectivo... Todos somos conscientes de que se trata de casos aislados, motivados por múltiples causas, y queremos que se promulguen leyes, que no llegan, para castigar a los agresores, en muchos casos asesinos de sus parejas, y para evitar que cunda el ejemplo, pero no juzgamos a todos los hombres por el mismo rasero.
Ruego que, por ésta y otras muchas razones que ahora no enumero por lo limitado del medio, reflexionen nuestras autoridades antes de dictar unas leyes que a lo peor no arreglan nada y sí, en cambio, pueden emponzoñar más aún la convivencia entre nuestros ciudadanos.- y cuatro firmas más.
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