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SEMANA GRANDE DE SAN SEBASTIÁN

Una estafa

Una corrida de toros, anunciada y cobrada al público como corrida de toros, en la que no hay toros, es una estafa. Y eso fue lo que sucedió.Pero además, los sucedáneos de toros que soltaron salían mochos y estaban inválidos. Varios, desmochados hasta el escándalo y hubo un sobrero que sangraba por los muñones. Los seis toros de la ganadería anunciada -que era la de José Luis Marca-, padecían invalidez y devolvieron dos a los corrales. De los tres sobreros que sacaron, uno fue devuelto tambiény debieron seguir el mismo camino los nueve.

El públcio unas veces se tomaba aquello a risa y otras se ponía furioso. Debía ser por los nervios pues lo que sucedía desconcertaba a la buena gente que había acudido al coso de Illlumbe a aplaudir.

Marca / Rivera, Tomás, Juli Toros de José Luis Marca (dos devueltos por inválidos): sin trapío, sospechosos de pitones y algunos desmochados; de escandalosa invalidez, a 2º y 6º se les simuló la suerte de varas

3º de José Miguel Arroyo: primer sobrero, impresentable e inválido, devuelto; segundo sobrero, sin trapío, desmochado y sangrando por los pitones, inválido y descastado. 4º, tercer sobrero, de Martelilla, escaso de trapío, inválido total. Rivera Ordóñez: pinchazo y estocada trasera (vuelta por su cuenta, protestada); estocada tendida caída tirando la muleta, rueda de peones y descabello (silencio). José Tomás: estocada (oreja); pinchazo y estocada trasera (silencio). El Juli: estocada (silencio); estocada corta perdiendo la muleta -aviso- y dobla el toro (aplausos y saludos). Plaza de Illumbe, 14 de agosto. 7ª corrida de feria. Lleno. Una estafa

La corrida despertó una expectación enorme por el cartel de toreros: tres famosas figuras formando terna; no por los toros, que en San Sebatián traen absolutamente sin cuidado. Ahora bien, una cosa es que el toro valga sólo de pretexto para decir olé y dar orejas, otra muy distinta que ni exista.

Cierto que los toros que habitualmente sueltan en Illumbe y el triunfalismo que se gasta su afición sería inconcebible en otras plazas más serias (por ejemplo Benidorm), mas el taurinismo responsable de semejante estafa acabó pasándose de la raya.

La desfachatez adquirió caracteres inconcebibles. Los nueve toros carecían de trapío; los nueve deambulaban crepusculares y se desplomaban sin razón que lo justificara; los nueve presentaban unas cornamentas ruinosas de chapucera terminación. El sobrero de José Miguel Arroyo (en el oficio, Joselito) las sacó mochas y sangraba por los pitones. Alguien dijo que no era sangre sino pintura. Bueno, pues el sobrero de José Miguel Arroyo Joselito soltaba pintura por los pitones.

Dos no se pudieron picar, de puro inválidos, y a esos sus respectivos matadores les hicieron faena. Así cualquiera. Tampoco se crea que les hicieron faenas de arte y fundamento. Uno -segundo de la tarde- le correspondió a José Tomás, que instrumentó tres tandas de naturales en el centro del redondel. Pero estaban muy lejos de ser los naturales de su sello.Unos ligados, otros; unos instrumentados con acabado temple, otros sin él. Pasó a los derechazos y aún fue peor porque si alguno le salió largo la mayoría ni los templaba, ni los hilvanaba, y hasta se veía desbordado. Mató de un estoconazo y le valió la oreja.

Esa oreja no la hubieran dado en Benidorm.

Al sexto, protestado de salida, tan mustio que se le simuló la suerte de varas, lo banderilleó El Juli sin especial relieve aunque en medio de grandes aclamaciones, y le hizo una faena de muleta voluntariosa, larga y espesa, reiterativa y cargada de mediocridad. Y parecerá mentira mas el público, quizá harto de tanta desvergüenza, no pidió la oreja.

Rivera Ordóñez le dio una larga cambiada a porta gayola al primer inválido y pese a que el animal no paraba de caerse, le estuvo pegando pases con unos desplantes en los que se daba ínfulas de diestro arrojado y marchoso. Y lo mismo en el cuarto aunque a este no le pudo completar faena pues aún padecía peores males locomotores. Los hay desahogados...

En cuestión de desahogosTomás no le iba a la zaga: al quinto le estuvo dando los derechazos, los naturales e incluso los finos ayudados por alto finales, haciendo oidos sordos a las palmas de tango, a las protestas y a los abucheos que provocaban los continuos tropezones y batacazos del pobre tullido víctima de esa burla. A buenas horas una figura del toreo (se habla de las figuras de verdad) iba a perpetrar tan grave afrenta a la dignidad de su oficio.

El día que se descubra el enorme fraude que están cometiendo, esta tarde y casi todas, los taurinos, acaban en la cárcel. Claro que será difícil, pues antes habría que encerrar a quienes teniendo la obligación de impedirlo, se dedican al compadreo.

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