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ABECEDARIO ANDALUZ Léxico (I)

La conciencia espontánea de los andaluces suele cifrar en el léxico lo más característico de su habla. Todo el mundo tiene a mano un repertorio de lo que considera voces específicas de su lugar de origen, con las que desafía al erudito y a las que gusta dar vueltas y más vueltas, como formando parte de un equipaje sentimental. Si fuéramos capaces de reunir en algún sitio todas las aportaciones voluntarias de esos lingüistas de a pie, en poco tiempo tendríamos lo que no tenemos: las bases para un vocabulario real del habla andaluza. La primera cuestión a plantear es de concepto: qué es un andalucismo léxico. ¿Palabra que no existe en el castellano de Castilla? ¿Que se quedó anticuada allí pero echó raíces aquí? ¿Ligera variante fonética o semántica? ¿Préstamos exclusivos de otras lenguas o dialectos: el mozárabe, el árabe, el caló, el leonés, el murciano... ? ¿Neologismos del habla viva de la calle? De todo habrá un poco. Y mientras no se publique el Tesoro del andaluz, que nos tiene prometido Manuel Alvar Ezquerra, habremos de seguir tanteando. Hoy vamos con lo más antiguo, los arcaísmos del andaluz. Cuando empecé a recopilar el habla de la Sierra de Aracena, hace muchos años, atrapé un viejo dicho de Alájar que tardé mucho en descifrar: "Afucia de pan y brevas, vete a Santa Ana". Viene a significar: si estás esperando a que cumplan lo que te prometieron de palabra, vuélvete mejor a tu pueblo (Santa Ana la Real). Porque se pondrá el pan duro y se pudrirán los higos, y no te los darán. El DRAE sólo da "afiuciar", garantizar, avalar. Un joven ventero, en Valdeflores, cuando lo quise poner a prueba señalándole una medida de trigo que tenía por allí de adorno, me contestó sin vacilar: "Un medio almú(d)", (celemín). Mucho más vigente está candela, aunque cuando les contaba el cuento del Gallo Kirico a unos niños de Guadalajara, se quedaron en blanco al llegar a ese pasaje crítico. El maestro me susurró: "Diga usted lumbre". Resuelto. Como vivos están aterminarse (decidirse), atacarse (arremeterse la camisa). Más raros van quedando afrecho (salvado), casapuerta (zaguán), si no definitivamente arrumbados: lieva (acequia), miga (guardería infantil). Qué lastima. De una gran antigüedad son también los mozarabismos, voces que usaban los cristianos que permanecieron en territorio musulmán; pues a partir de 1162 apenas los hay en Andalucía, tras sufrir una auténtica masacre por parte de los almohades integristas (ya ven que la cosa no es nueva). Muchas de estas palabras, curiosamente, entraron por el árabe, medio camufladas: cauchil, registro de agua, es muy corriente en Granada. El alcaucil sigue haciendo las delicias de la cocina sevillana. Y mozarabismos son nada menos que horchata, guisante, corcho, marisma, campiña, capacho, cenacho (espuerta, en Málaga), chiquero, alpechín, alcayata, palmicha... ¡y el mismísimo gazpacho!

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