La dureza de los combates en Daguestán contradice el optimismo de Moscú
A pesar de las aseveraciones que desde hace dos días vienen haciendo las autoridades rusas, las fuerzas federales no lanzaron ayer la gran ofensiva contra los rebeldes daguestanos que el martes proclamaron un Estado islámico independiente. Los rusos continuaron los bombardeos contra los lugares donde creen que están concentradas las formaciones guerrilleras, mientras en tierra se desarrollaban pequeños combates. Los integristas, que aparentemente tienen rodeado a un grupo de soldados rusos, aseguran controlar ya completamente el distrito de Botlij, extremo que el Kremlin desmiente.
Los extremistas musulmanes, que han declarado la guerra santa contra "los infieles" en Daguestán, están dando fuertes dolores de cabeza a los militares rusos, quienes han encontrado más resistencia de la que esperaban. En Majachkalá, la capital daguestana, se informó de la destrucción de "otro helicóptero" por parte de los integristas (según éstos, ya serían cinco los aparatos eliminados), al tiempo que se confirmaba que entre las bajas rusas había tres generales que resultaron heridos durante uno de los ataques lanzados por los separatistas. Se trata de Víktor Yakúnov, vicecomandante de las tropas del Ministerio del Interior y responsable de la aviación; de Víktor Kuznetsov, jefe de Reconocimiento de esa fuerza, y de Víktor Rakitin, vicejefe del Directorio de Inspección y Organización.Los muyahidin daguestanos dicen controlar ya todo el distrito de Botlij y tener rodeado el centro del mismo nombre, donde habría dos batallones rusos. Sobre éstos, Shamil Basáyev -el comandante checheno que el miércoles fue nombrado "emir militar de los muyahidin" por la Shurá o Consejo Supremo islámico- dijo el miércoles que debían rendirse o serían aniquilados. A pesar de que gente que estuvo en la zona de conflicto confirmó en Majachkalá que un grupo de soldados rusos está rodeado por los separatistas, Moscú lo desmiente y asegura que la situación está bajo control.
El presidente Borís Yeltsin comparte el optimismo de los generales, quienes piensan que en un máximo de dos semanas habrán acabado con los integristas. Antes de la reunión que mantuvo en el Kremlin con Serguéi Shoigu, ministro de Situaciones de Emergencia, Yeltsin declaró confiar en que solucionarán "el problema sin prisas, gradualmente", como lo han planeado.
La aviación rusa ya ha realizado más de 200 vuelos para bombardear las posiciones de los guerrilleros, declaró ayer el comandante jefe de la Fuerza Aérea, Anatoli Kornukov. Contra los separatistas se utilizan, según Kornukov, "bombas de gran potencia, capaces de eliminar a los bandidos en sus refugios y guaridas". Contrariamente a lo que dicen los separatistas, Kornukov afirma que "la situación en el distrito de Botlij ha mejorado y los guerrilleros sufren grandes bajas". Sin embargo, el general de aviación sostiene que se necesitan dos o tres días más para "estabilizar la situación". Algo que puede interpretarse como una señal de que la gran ofensiva rusa, que debería haber comenzado anteayer, se aplaza una vez más.
Los rebeldes liderados por Basáyev y el jordano Jattab desmienten categóricamente, a su vez, las informaciones que divulgan sus enemigos. Los extremistas musulmanes sólo reconocen 14 bajas en total desde que comenzaron los enfrentamientos: 4 muertos y 10 heridos. Mientras tanto, el Consejo Militar de los muyahidin anunció ayer que tomaba todo el poder en sus manos y declaró el estado de sitio en Daguestán "hasta la expulsión del agresor [los rusos]".
Lo único claro por el momento es que el grupo de separatistas que entró el fin de semana pasado en Daguestán desde Chechenia sabe cómo luchar contra los rusos y está poniendo a los militares más problemas de los que éstos quisieran reconocer. Prueba de ello son no sólo las bajas que se han visto obligados a admitir, sino también el hecho de que todavía no han podido lanzar el anunciado ataque masivo contra los rebeldes y siguen enviando nuevos refuerzos a la zona del conflicto. Así, ayer llegaron al distrito de Botlij otros 600 militares de élite
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