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La oposición venezolana denuncia a la Constituyente ante el Tribunal Supremo

Javier Moreno

ENVIADO ESPECIALFuera de combate dos semanas por la contundente derrota en las elecciones a la Asamblea Constituyente, los partidos de la oposición guardaban hasta ahora estricto mutismo sobre el lío nacional. Pero ayer salieron de la conmoción para descubrir que "la soberanísima", dominada por el presidente Hugo Chávez, se ha embarcado en un "proceso equivalente a un golpe de Estado" al asumir los poderes del país. Los democristianos de Copei denunciarán a la convención ante el Tribunal Supremo, cuyas expectativas de vida tampoco se fían largas, y pocos creen que los magistrados arriesguen su supervivencia enfrentándose a Chávez.

Con menos capacidad de combate, o más entreguista, el otro gran partido de la oposición, Acción Democrática (AD) considera "inútil" el intento, pues en su opinión el Estado de derecho ya falleció en Venezuela, y no hay tribunales que puedan prevenir el atropello en ciernes. La directiva de AD, ocupada estos quince días en esquivar a sus militantes más asilvestrados, que intentaron lincharlos varias veces por su negativa a dimitir tras el desastre de las pasadas elecciones, prefiere no abrir más frentes, temerosa de que un enfrentamiento abierto con Chávez desate el golpe definitivo contra lo poco que resta del antiguo sistema político. "No podemos echarle más leña al fuego", declaró Henry Ramos, secretario general del partido, "porque cualquier cosa puede ser interpretada como una chispa y podría hacer estallar el polvorín".

La decisión de los democristianos de llevar a la Asamblea Nacional, autodeclarada todopoderosa, ante el Tribunal Supremo es, efectivamente, una chispa peligrosa. De fallar coherentemente con una sentencia suya de marzo pasado, que limitó las atribuciones de la "soberanísima" a redactar una nueva Constitución y no le permite asumir el poder en todas las instituciones del Estado, el máximo tribunal debería declarar nulo el acuerdo de los constituyentes, lo que amenaza con desatar un conflicto de consecuencias imprevisibles.

Limitación de autonomía

El primero que arriesga el cuello es el propio Tribunal Supremo. Desmantelado y "en vías de extinción" el Congreso, en expresión de un asambleísta, la convención estudiaba esta semana cómo limitar la autonomía del Supremo, pero se inclinaba a perdonarle la vida, en línea con los deseos de Chávez de no disolverla a la brava si los magistrados comprendían que la situación política ha dado un vuelco y no se ponían "cómicos", es decir, respondones. Así parecían haberlo entendido los jueces, que callaron estos días y no actuaron de oficio contra la primera decisión de "la soberanísima", copada por los seguidores de Chávez, de asumir el poder máximo, violando la sentencia del Supremo de marzo, según los observadores independientes. La denuncia del Copei rompe esta especie de pacto implícito de no agresión entre la Asamblea y el Supremo.De fallar los magistrados en contra de la petición de la oposición (y también en contra de su propia sentencia de marzo), el Supremo dará la imagen de que se ha plegado a las presiones chavistas.

De respaldar la queja y anular la decisión de la Asamblea, el Tribunal se arriesga a una disolución sumaria al ser considerados los magistrados contrarrevolucionarios por la mayoría chavista en la convención, que les juzga también perpetuadores de la corrupción que arruinó al país durante los 40 años de bipartidismo caciquista y corrupto. Todo ello si la Corte sobrevive lo suficiente como para recibir la denuncia, pues los asambleístas más apresurados presionan para que la convención liquide la autonomía de los magistrados, y sólo cuestiones de agenda han retrasado la decisión, que se esperaba para el lunes. La Asamblea se reúne de nuevo hoy, y podría decidir qué hacer con el Tribunal después de tomar juramento a Chávez como presidente, tras ratificarle en el cargo en la última sesión.

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