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FERIA DE VITORIA

Toros sin valor

Cuando el caballo Cagancho no sale a torear, porque está herido, como por ejemplo ayer, los demás caballos de la cuadra del rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, tales como Chabela, Martincho, Boj, Chicuelo, Fusilero, Aldebarán, Batista, e incluso Mazzantini echan a temblar por la responsabilidad que se les viene encima. No sabemos si esto aconteció ayer, pero lo cierto es que el rejoneador navarro, aun clavando algunas banderillas con mucho acierto, no acabó por redondear la tarde. Es más, no estuvo a la altura que tiene acostumbrado a sus muchos admiradores.La corrida que envió Carmen Borrero no dio el juego deseado por los diestros. En realidad, la corrida que mandó estaba muy bien de pitones, pero le faltaba casta, fuerza, y todo lo que suele tener un toro que se llama bravo. Todo un fiasco.

Borrero / Ramos, Uceda, Abellán Seis toros de Carmen Borrero y dos de Justo Nieto para rejoneo

José Ignacio Ramos: dos pinchazos, estocada -aviso- y dobla el toro (ovación); dos pinchazos -aviso-, media y descabello (vuelta). Uceda Leal: media ladeada (ovación); estocada y descabello (ovación). Miguel Abellán: estocada (oreja); dos pinchazos y estocada (aplausos). El rejoneador Pablo Hermoso Mendoza: ovación en los dos. Plaza de Vitoria, 9 de agosto. 5ª y última corrida de feria. Media entrada.

El torero de la tierra, José Ignacio Ramos, que sustituyó a Morante de la Puebla puso toda la carne en el asador en su segundo toro. Le echó valor, raza, incluso aguantó un par de coladas con cierto peligro. Instrumentó cinco series de derechazos, donde hay que destacar alguno de ellos trazados con densidad y largura. Ese toro por el pitón izquierdo no pasaba. En banderillas en los dos toros estuvo aseadito, sin más. No pudimos saborear la suerte de matar como es habitual en este torero pundonoroso.

Uceda Leal, que es un torero de finas hechuras, toreó a su primer ejemplar con buen gusto, tratando de hacer las cosas bien. Pero el toro se quedaba, no colaboraba, y no pudimos ver esas esencias que, sin duda, atesora el torero de Madrid. En su segundo era un mansote que no valía nada. Era la muermez con dos pitones.

Lo que es grato señalar hay que adscribirlo en la cuenta de Miguel Abellán. Su primer toro, el tercero de la corrida, resultó ser un mansote de mucho cuidado. Salió suelto en varas, y daba arreones como suelen esgrimir los toros mansos. Cuando nadie creía que se podía aprovechar ese toro, Miguel Abellán estuvo valiente, en especial cuando empezó a torear y cuando inició la faena con las dos rodillas en tierra. Valía el tesón, la voluntad, el entregarse, porque parecía que en ese toro estaba el toro de su vida. Repetimos que lo realmente importante fue su disposición para enfrentarse a lo que parecía imposible de torear, por la mansedumbre que exhibía aquel malhadado bicho. Sin duda esa clase de gestos son los que le hacen a un torero. No olvidemos que no siempre los toros embisten como solemnes imbéciles. Un toro manso puede tener una lidia determinada. El torero tiene que saber lidiar toros de todas las clases de embestida.

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