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Ceuta extiende a las playas el muro fronterizo con Marruecos

La Delegación del Gobierno de Ceuta ha ordenado la construcción de dos muros en las playas de Tarajal y Benzú, límites del perímetro fronterizo que separa el territorio español de Marruecos. Ya existe una gran valla que cubre toda la frontera terrestre, pero la delegación ha comprobado que una parte importante de los inmigrantes sin papeles que entran en Ceuta desde Marruecos lo hacen a través de las dos playas fronterizas. Esto se produce porque la línea que divide ambos países concluye en el mar tanto por el este como por el este Lo que se está contruyendo no es exactamente un muro sino que, al tratar de tapar la entrada por la orilla, se está fabricando una especie de escollera artificial. La idea es que llegue a tener varios metros de altura, de modo que se impida completamente la entrada por la playa, aunque quedará la posibilidad de alcanzar las costas españolas a nado. Se pretende lograr esa escollera artificial colocando una importante cantidad de piedras.

Ésta es la última medida ordenada por el delegado del Gobierno, Luis Vicente Moro, para lograr la impermeabilización total de los siete kilómetros de frontera terrestre. Ambos muros quedarán convertidos en verdaderos obstáculos marinos para impedir que subsaharianos y marroquíes utilicen las playas para llegar hasta España. Además, las escolleras quedarán coronadas con hileras de concertinas y alambradas, como el resto de la valla perimetral, para evitar que los inmigrantes las escalen y salten al otro lado de la frontera.

Vigilancia inútil

La instalación de la actual valla fronteriza que rodea Ceuta comenzó hace seis años, cuando el problema de la inmigración clandestina se situaba todavía en cotas muy inferiores a las de ahora. Los subsaharianos que consiguen atravesar la frontera son alojados en el campamento de Calamocarro, en el que se han llegado a acumular en condiciones lamentables casi 2.000 personas en espera de su traslado a la península, que se produce casi diariamente en pequeños grupos de inmigrantes. Los sistemas de seguridad y vigilancia, que costaron 5.500 millones de pesetas, se demostraron inútiles a partir de 1994, cuando las entradas de subsaharianos en la ciudad autónoma comenzaron a ser muy frecuentes, ya que la primitiva valla era fácil de saltar y no podía frenar una presión migratoria en aumento.El blindaje definitivo, con muros metálicos de 3,20 metros de alto y alambradas en su parte superior, deberá esperar algún tiempo ya que los ingenieros de la empresa Initec continúan haciendo estudios orográficos para evaluar los principales fallos que se cometieron durante la construcción del cierre fronterizo. La rectificación del proyecto original costará al Estado otros 2.500 millones de pesetas, que elevarán a más de ocho mil los que ya se han invertido en la frontera de Ceuta desde el año 91.

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