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Calixto Bieito huye del mito para crear una "Carmen" de hoy

El director teatral estrena su versión de la ópera de Bizet en Peralada

Ni Sevilla, ni tercio de dragones, ni bandoleros en la sierra de Ronda. La Carmen pensada por el director de teatro español Calixto Bieito poco tiene de la convención con que habitualmente se lleva a escena la popular ópera de Bizet. Bieito huye del mito de la célebre gitana para convertir a Carmen en una mujer real y de hoy -"lo más humana posible", asegura-, inmersa en un sur fronterizo lleno de personajes desgraciados, en su versión escénica de la obra que mañana se estrena en el Festival de Peralada (Girona) protagonizada por la mezzosoprano Annie Vavrille y el tenor Roberto Alagna.

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La ópera, de la que se ofrecerán tres funciones hasta el 11 de agosto, será dirigida musicalmente por el italiano Gianandrea Noseda y cuenta con dos repartos diferentes para los cuatro papeles principales. En el primero y compartiendo escena con la francesa Vavrille (Carmen) y el franco-italiano Alagna (Don José), figura la soprano rumana Angela Gheorghiu (Micaela) y el barítono italiano Lucio Gallo (Escamillo). En el segundo reparto (día 10), el papel que da título a la ópera será interpretado la mezzosoprano italiana Sarah M"Punga, el tenor ruso Yuri Alexeiev, la soprano española Ana Rodrigo y el barítono británico David Stephenson.Carmen es la segunda ópera que dirige Bieito en su carrera como director teatral tras su estreno el pasado mes de febrero en Maastricht (Holanda) con Il mondo della luna, de Haydn. "Carmen es la primera ópera que me ofrecieron dirigir, hace dos años, los responsables de Ópera Zuid de Maastricht, pero como era una producción cara en la que posteriormente entró el Festival de Peralada, decidí primero dirigir Il mondo della luna, que me ayudó a conocer el mundo de los cantantes y las posibilidades de la voz", explica Bieito.

El director teatral asegura que necesitó bastantes tiempo para encontrar la idea a partir de la cual empezar a trabajar en la obra. "Hallé la clave en el dúo del segundo acto entre Carmen y Don José. Desde mi óptica, toda la ópera está allí", dice. Tras ello, Bieito se dispuso a buscar el espacio en el que situar la historia. Inició un viaje con colaboradores hacia el sur. "La Sevilla de hoy no tiene nada que ver con la de la ópera; por ello no me planteé ir hasta allí, sino viajar más al sur, hasta Tánger. Al llegar a la frontera con Ceuta hallé el espacio que necesitaba. Frente a la alambrada que separa el territorio español del marroquí gentes de uno y otro lado dejan los coches y hacen contrabando delante de todo el mundo, pasando de un lado a otro bolsas con cosas diversas. ¡Incluso llegué a ver como pasaban por encima de la alambrada una nevera! Es en ese sur fronterizo, marginal, peligroso, en el que yo situó esta Carmen", explica.

Allí, el director teatral, que hace que don José pase de ser un miembro del tercio de dragones españoles del siglo pasado a un legionario de hoy, sitúa el drama de pasiones que es la ópera de Bizet. "La obra está llena de personajes desgraciados, de gente que, como El Vaquilla, son carne de cañón y que encajan perfectamente en la ópera. Sé que muchos esperan que mis contrabandistas trafiquen con droga, pero no es así. No sería creíble que 60 personas, las que indica la obra, hicieran eso todos juntos. Son contrabandistas de tabaco, de cosas pequeñas, como los que hallé en la frontera entre Ceuta y Marruecos".

La actualización del drama de Carmen es, según Bieito, plenamente actual. "Huyo del mito de Carmen y hago de ella una gitana de hoy, real, una mujer libre a la que don José mata por celos, "porque era mía". Eso pasa actualmente. Basta con leer los diarios. La semana pasada se publicó que un hombre había esperado en el portal de su casa a su ex mujer para asestarle varias puñaladas. Después se entregó a la policía. ¡Es lo mismo que pasa en Carmen. No tiene sentido inventarse nada nuevo" Calixto Bieito ha evitado tomar el punto de vista de Carmen o don José para contar la historia y ha optado por distanciarse. El director ha convertido todo el drama de la obra en un recuerdo del tabernero Lilas Pastia en plena borrachera tras una pelea con el torero Escamillo de regreso del entierro de Carmen.

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