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Chávez tiene ya listo su borrador de la nueva Constitución venezolana

Javier Moreno

Diez mil personas festejaron el miércoles por la noche en el centro de Caracas el 45 cumpleaños de Hugo Chávez, y, en medio del jolgorio, una urna funeraria (auténtica) pasó por encima de la multitud para simbolizar el entierro de los partidos tradicionales, sepultados en las elecciones del domingo a la Asamblea Constituyente, la "soberanísima", en expresión del presidente venezolano. La soberanísima se reveló menos soberana, pues Chávez declaró al gentío que ya tiene listo un borrador de Constitución, que entregará a los constituyentes el primer día que se reúnan.

Impertérritos en primera fila, los principales constituyentes electos del chavismo no pestañearon cuando su jefe político reveló que ya se tomó la molestia de redactar la futura Carta Magna por ellos, ni cuando redujo el plazo legal de la Asamblea Constituyente para finalizar su trabajo de seis meses a apenas tres. En consecuencia, fijó el reférendum popular para aprobar la nueva ley fundamental el próximo 7 de noviembre, tiempo sobrado si la redacción de la Constitución está ya tan avanzada y un atropello más del presidente, según la oposición democristiana.La mayoría de los constituyentes, soberanos por ley, pero menos según los usos y costumbres de la política venezolana, recibirá sus actas de proclamación apenas hoy y la instalación de la Asamblea está prevista para el martes. Horas antes del discurso de Chávez también se supo que el Consejo Constitucional Presidencial entregó ya a los futuros asambleístas un detallado anteproyecto del reglamento que servirá para dirigir las discusiones, lo que acabó con lo que quedaba de la ficción de la soberanía de la Asamblea. "El presidente Chávez no está imponiendo nada", declaró luego, más obligado que convencido, el historiador Vinicio Romero, legislador electo y partidario del jefe del Estado.

En cambio, sí aplaudieron en la plaza de Caracas los dirigentes chavistas, calurosos, cuando el presidente, durante su arenga de más de dos horas, atacó a los derrotados partidos de la oposición en un tono que está comenzando a despertar preocupación entre sectores militares, según las fuentes de las Fuerzas Armadas.

"Nosotros no le vamos a brincar encima a los que están knocked out (sic), porque están knocked out, liquidados, muertos: señores de las cúpulas adecas y copeyanas , están ustedes liquidados", dijo Chávez, en referencia a los 120 diputados sobre 131 que logró en las elecciones del domingo, en las que los partidos tradicionales fueron barridos junto con los restos del viejo sistema político.

A continuación se congratuló por la decisión del Congreso de aceptar voluntariamente su cierre temporal, se ofreció a no "disolverlo, o dimitirlo o como se llame" si los diputados "aceptan su derrota y se quedan quietecitos", y prometió a la multitud: "De aquí en adelante no perderemos ninguna batalla más. En los próximos 45 años las ganaremos todas". Luego se comparó con Cristo, pues, como él, tomó el látigo para expulsar a correazos del templo de la democracia a los políticos corruptos, asaltadores del presupuesto nacional durante 40 años. Los legisladores, en efecto, se declararon dispuestos a estarse quietecitos y aprobaron, en una sesión conjunta de la Cámara de Diputados y del Senado, un receso legislativo hasta octubre, seguros muchos de ellos de que la votación de ayer, celebrada entre protestas de los más respondones, será la última en la que participen. "Es una especie de rendición tras la derrota del domingo", ilustró el presidente de la Cámara de Diputados, Henrique Capriles Radonski, un joven independiente de 26 años. Los chavistas buscan ahora una rendición similar de la Corte Suprema, cautelosos de emplear medidas de fuerza que pudiesen dañar todavía más la imagen del país en el exterior, ya bastante deteriorada por el actual proceso asambleario. Contrariamente, Chávez sostuvo en su discurso que la comunidad internacional se congratula del triunfo de la democracia "revolucionaria" en Venezuela, y para apuntalarlo reveló las conversaciones telefónicas que mantuvo con el presidente español, José María Aznar, y cubano, Fidel Castro, tras las elecciones.

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