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LA POSGUERRA EN YUGOSLAVIA

Kouchner pide salarios para los funcionarios de Pristina

Jorge Marirrodriga

ENVIADO ESPECIALLos responsables de la administración internacional en Kosovo consideran indispensable el establecimiento de unos sueldos para los trabajadores públicos "que encienda el motor de la economía", en palabras del francés Bernard Kouchner, máxima autoridad en la región. En su opinión, la aprobación de un presupuesto destinado a este fin debería ser uno de los principales acuerdos de la reunión que se inicia hoy en la capital bosnia, Sarajevo.

A mes y medio de la entrada en Kosovo del Ejército y las organizaciones internacionales, más del 50% de las familias siguen subsistiendo gracias a la ayuda de las organizaciones humanitarias, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Los bienes son escasos, así como el dinero para adquirirlos porque carecen de una fuente de ingresos regular. "Nuestros médicos están trabajando gratis. No podemos sostener esta situación indefinidamente", advierte el doctor Mazllum Belegu, máxima autoridad local en el hospital de Pristina, un complejo con más de 1.700 camas donde licenciados y estudiantes realizan interminables jornadas sin recibir nada a cambio.

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Buena voluntad

Al no haber salarios, muchos servicios dependen de la buena voluntad de sus trabajadores y de la imposición de los soldados de la fuerza internacional para Kosovo (Kfor). En Pristina no hay servicio de recogida de basuras y las brigadas montadas a tal efecto son insuficientes. La basura se acumula en las calles -"es una bomba de relojería", dice Belegu- y los vecinos optan por quemarla en los contenedores. En el sector privado las cosas no van mejor. La mayoría de los trabajadores no pueden acudir a sus trabajos porque las empresas, radicadas en Belgrado, han dejado de funcionar en Kosovo. En el pequeño comercio, empresarios y trabajadores han descubierto el mercado libre, pero cada uno a su manera. Bekim es un muchacho que trabajaba en una hamburguesería. La jornada se prolongaba sin pausa desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, y el salario era de 10 marcos diarios (unas 850 pesetas). Su jefe le ha despedido porque ha encontrado a alguien más barato. "¿Trabajará gratis?", se pregunta el joven.

La situación es todavía peor en los pueblos. Según ACNUR, sólo en el 8% de ellos es posible comer carne y en el 18% fruta, y no hay manera de encontrar aceite, azúcar o trigo. Según Kouchner, la situación puede ser dramática: "El invierno ya está aquí, va a ser muy duro, y la gente necesita un techo, agua y energía".

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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