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Sepi aplaza la privatización de Babcock & Wilcox al no contar con ofertas firmes de los candidatos

La privatización de Babcock&Wilcox está cada vez más complicada. La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) no cuenta aún con ninguna oferta en firme de los dos candidatos, la alemana Steinmüller (Babcock Borsig) y la estadounidense McDermott. Ninguna de las dos ha sido capaz de presentar un balance de transferencias en el que se evalúe lo que vale la sociedad vizcaína. Así las cosas, el plazo de privatización de la Sepi se vuelve a aplazar y sobre ella cuelga la amenaza del ministro de Industria, Josep Piqué, de que la privatización o llega pronto o la empresa acabará cerrando; una opción que aunque estudiada en la Sepi, de momento, es rechazada.

La privatización de Babcock&Wilcox se ha convertido en una pesadilla para la Sepi que no ve cómo terminar un proceso que se inició con escasa fortuna hace ya más de dos años. El primer fracaso llegó de la mano de la multinacional anglonoruega Kvaerner que debido a sus problemas internos abandonó el proceso de privatización cuando estaba casi cerrado. La Sepi abrió de nuevo el proceso el verano del pasado año. En este periodo la situación de B&W se ha ido deteriorando más y ha colocado a la empresa en una situación complicada. El pasado ejercicio el fabricante vizcaíno de bienes de equipo perdió 21.000 millones de pesetas con una facturación de 26.738 millones de pesetas (160 millones de euros) y con un nivel de endeudamiento sobre ventas del 8% frente al 2% de media del sector y con una cartera de pedidos en franco retroceso. Exceso de plantilla La difícil situación que atraviesa B&W, y el tiempo que juega en su contra, está dificultando que los dos candidatos a la privatización, pese a seguir negociando con la Sepi, sean capaces de establecer un balance de transferencias, es decir, establecer lo que vale y lo que están dispuestos a pagar o recibir por hacerse cargo de la sociedad pública. Uno de los principales problemas que encuentran las dos candidatas a la privatización es el exceso de plantilla que soporta la sociedad. Aunque ambas sociedades valoran las referencias de B & W y su posición de cara a los mercados del norte de África y Suramérica, así como en el caso de McDermott la posibilidad de ser una puerta de entrada al mercado europeo, ven la plantilla sobredimensionada. Actualmente B&W, que cuenta con 1.200 trabajadores, negocia con UGT, el sindicato mayoritario, la reestructuración de personal. Sin embargo, en las multinacionales no se cree que la empresa pública pueda contar con una plantilla superior a las 300 personas y se encuentran poco dispuestas a asumir un coste de personal mayor. Estos problemas han llevado a que algunos técnicos de la Sepi hayan evaluado, desde un punto de vista económico, la posiblidad de cerrar la empresa como solución al proceso de privatización. Un portavoz de la Sepi asumía ayer que se podría haber barajado esta posibilidad; sin embargo, descartaba que la Sepi fuera a cerrar la empresa y aseguraba que en ocasiones anteriores e igual de complejas, como Santa Bárbara, se alcanzó una solución. Esta posición se comparte desde el Gobierno vasco donde no se cree que el cierre sea posible. En la Sepi se señalaba ayer que la firme voluntad de apostar por la privatización de B&W queda patente en que el pasado mayo se hizo una ampliación de capital por valor de 40.000 millones de pesetas (240 millones de euros) cuyo objetivo es en gran parte la reestructuración del personal. Sin embargo, esta ampliación era casi una obligación para la Sepi ya que la sociedad se encontraba en quiebra técnica y las dos únicas opciones eran ampliar el capital o cerrar. En caso contrario los consejeros, nombrados por la Sepi, hubieran tenido que responder con todos sus bienes, algo no muy conveniente en una sociedad pública. Por esta ampliación de capital B&W se enfrenta al tercer expediente abierto por la Unión Europea. En este contexto se encuadra además la posible reestructuración de todo el sector de bienes de equipo, formado por la vizcaína Mecánica de la Peña y la asturiana Duro Felguera, que ven en la privatización de Babcock&Wilcox la posibilidad de consolidar un gran grupo español con una cobertura internacional.

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