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LA POSGUERRA EN YUGOSLAVIA

El Ejército, árbitro de la ofensiva contra Milosevic

Los mandos militares parecen apoyar al régimen, pero el impago a los reservistas es una bomba a puto de exploar

ENVIADO ESPECIALLos partidos de oposición en Serbia han reaccionado con fuertes criticas a las declaraciones de altos mandos militares en defensa del régimen de Slobodan Milosevic y les acusan de injerencia en asuntos políticos. El jefe del Estado Mayor del Ejército yugoslavo, general Dragoljub Ojdanic, había calificado de "almas vendidas" y "vasallos de Occidente" a los opositores. Analistas políticos en Belgrado coinciden en conceder al Ejército un papel de árbitro sobre la permanencia de Milosevic, pero pocos se atreven a aventurar en qué sentido actuarán los militares si aumenta la inestabilidad y crece la protesta social. Dusan Batakovic, catedrático de Historia de la Universidad de Belgrado, está convencido de que "este régimen está muerto". Fundamenta Batakovic su conclusión en la condena de la Iglesia ortodoxa -"único poder moral de nuestro pueblo, que capta lo que piensa la mayoría"-, y en que, además, "ningún Gobierno puede sobrevivir a la pérdida de Kosovo". No obstante, la caída del régimen, según el historiador, requiere la intervención del Ejército. Según Batanovic, la caída de Milosevic se producirá a través de "un amplio movimiento social con apoyo del Ejército".

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El general Ojdanic se encargó de formular un rotundo desmentido a quienes especulan con una actitud de neutralidad de las Fuerzas Armadas ante la ofensiva contra el régimen. Ojdanic llegó al cargo de jefe del Estado Mayor tras la destitución, el pasado 24 de noviembre, de Momcilo Perisic, quien se oponía a una guerra de Yugoslavia contra todo el mundo occidental. En aquella ocasión, Milosevic realizó una purga del mando militar y de la jefatura de los servicios secretos, destituyó a elementos dudosos y puso en su lugar a mandos fieles a él y a su esposa, Mira Markovic. La fidelidad de Ojdanic le ha llevado hasta compartir suerte con Milosevic como acusado por crímenes de guerra ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya.

Ojdanic se pronunció el pasado sábado contra la oposición: "Las peticiones para destituir a las autoridades de Yugoslavia no conseguirán el apoyo del pueblo". A continuación, Ojdanic arremetió contra el dirigente del Partido Demócrata (DS), Zoran Djinjic, quien se refugió en Montenegro durante parte de la guerra y evitó así la llamada a filas. Según Ojdanic: "Ésos que ahora abogan por las vías violentas para derribar el Gobierno legítimo, algunos de los cuales no estaban aquí durante la agresión, no tendrán jamás el apoyo popular". Añadió Ojdanic que la tarea primordial del Ejército y del pueblo será "preservar la estabilidad del país, porque hay un montón de almas vendidas y vasallos de Occidente que quieren derribar a las autoridades por la fuerza y llevar al país a una nueva catástrofe". Pocos días antes se había pronunciado contra las exigencias de la oposición el general más famoso en la guerra, Nebojsa Pavkovic, jefe del tercer cuerpo del Ejército con mando sobre el sur de Serbia y Kosovo.

La oposición no se ha quedado callada ante los ataques de los mandos militares. El DS de Djinjic le ha dado la vuelta a los argumentos de Ojdanic y considera que ponen de manifiesto "el pánico de la cúpula del régimen por haber perdido el apoyo de la amplia mayoría del pueblo". El partido Nueva Democracia (ND), cuyos cinco diputados quedaron excluidos por motivos formales del Parlamento de Serbia la semana pasada, acusó a los mandos militares de salir en defensa del régimen: "Algunos generales hacen lo que, según la Constitución, no tienen derecho a hacer y se han puesto a defender al régimen". El imprevisible Vuk Draskovic, líder del Movimiento Serbio de Renovación (SPO), se pronunció ayer en Belgrado en términos similares: "Parece que el general Ojdanic no ha leído bien las normas básicas del Ejército que manda. El Ejército defiende el país de la agresión exterior y no debe meterse en conflictos internos".

Los militares serbios afirman que ellos no han perdido la guerra. En un programa de la televisión local de Nis, ciudad muy castigada por las bombas de la OTAN, participaron el viernes cuatro generales. Pavkovic llevó la voz cantante. Al responder sobre cómo se sintieron al retirarse de Kosovo, dijo: "Lo vi como una orden normal que había que cumplir, porque nosotros no perdimos la guerra. Nuestro objetivo era defender el país y así lo hicimos. No tomaron ni un trocito de nuestra tierra". A continuación, atacó Pavkovic al anterior jefe del Ejército, general Perisic, destituido por Milosevic por un discurso en el que dijo que Yugoslavia no podía enfrentarse en guerra contra todo el mundo. Pavkovic dijo en Nis: "Hay quienes piensan que habíamos empezado una guerra contra todo el mundo, y esto no nos lo podíamos permitir. Nosotros no entramos en guerra ni siquiera contra la OTAN. Simplemente cumplimos con nuestro deber de defender el país, sin que importe la fuerza del agresor". Al mismo tiempo, Pavkovic se ha convertido en defensor de los reservistas que no cobran la paga prometida cuando los movilizaron tras el ataque de la OTAN. Cientos de reservistas se manifiestan en ciudades del sur de Serbia y reclaman lo que se les debe. Esto supone un nuevo elemento desestabilizador para Milosevic. La protesta social no se reduce ahora a Belgrado y las grandes ciudades; la voz cantante de la protesta la lleva ahora el sur del país, bastión de Milosevic y su SPS.

Pavkovic justifica la protesta de sus hombres: "Yo no les llamo reservistas, sino que son nuestros soldados, nuestros héroes, que con honor y responsabilidad pagaron su deuda con la patria. Sus peticiones están justificadas y se les dará el dinero. Sólo se trata de tener un poco de paciencia. Hablamos de mil millones de dinares de deuda [14.000 millones de pesetas al cambio oficial]. Muy pronto repartiremos ese dinero".

El semanario Extra de Banja Luka expone esta semana un escenario sobre el otoño caliente que se avecina en Serbia. Se cita a un informador anónimo del partido de Milosevic, quien asegura que el Gobierno pagó los sueldos a la policía por su estancia en Kosovo, mientras que el Ejército no ha cobrado. Según la revista, el régimen no cuenta con los militares para la represión que se avecina cuando crezca la protesta social, pero quiere asegurarse una policía fiel.

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