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OCIO

Vecinos de la playa de San Juan denuncian el ruido de ocho pubs

Los vecinos del edificio Canastell, situado en el número 13 de la avenida de Niza de la Playa de San Juan (Alicante), llevan 13 veranos sin poder dormir con tranquilidad por las noches. El solar con el que lindaba el edificio cuando compraron sus apartamentos es hoy la avenida de Bruselas, que con sus ocho discobares constituye uno de los puntos más bulliciosos de la noche playera. El barullo que conforman la música a todo volumen y los gritos de las personas que se concentran en esta zona de ocio es tal que la Policía Local ha llegado a medir 75 decibelios a las cuatro de la madrugada en el interior de sus dormitorios con las ventanas cerradas. Se trata del máximo nivel permitido por la normativa dentro de los locales. Según denuncias que obran en poder de la comunidad de propietarios del edificio Canastell, la policía ha llegado a medir volúmenes de hasta 100 decibelios en el interior de los locales. Eso y la circunstancia de que todos los dormitorios del edificio den a la avenida de Bruselas hace que el descanso sea imposible, según los denunciantes. "Sólo queremos que se cumpla la ley", aseguran, "que se insonoricen los locales y no les dejen sacar barras a la calle", argumentan. Pero la música no es la única fuente de molestias de este bloque de apartamentos en primera línea de playa. La actitud incívica de muchos de los asiduos a los locales les ha creado enfrentamientos y disgustos. Denuncian que éstos invaden los jardines de las plantas bajas para utilizarlos como lavabo, que lanzan vasos y botellas por encima de las vallas, que bloquean con sus ciclomotores las entradas al garaje y que, cuando los vecinos protestan, les plantan cara. "A veces he estado cenando en mi terraza y han saltado la valla y se han puesto a mear, sin cortarse. Cuando les digo algo se me encaran y una vez uno me amenazó con una botella de cerveza rota y otro le dio una patada a mi perra por ladrarle", narra Cristina Olmeda, propietaria de uno de los apartamentos de la planta baja. Sin respuesta Los inquilinos presentan cerca de 30 denuncias cada verano, de las que aseguran no haber recibido respuesta. Rara es la noche en la que no llaman a la policía. Llevaron incluso el caso a los tribunales en febrero, pero la denuncia fue archivada por el juez. Dos meses después, una noche de las vacaciones de Semana Santa, cuando el edificio se hallaba en plena ocupación, alguien incendió en el garaje el coche de una de las vecinas más activas y prendió fuego a un mueble en el zaguán. Los vecinos fueron alertados del fuego por una llamada anónima a los telefonillos de la verja de acceso. Cuando se despertaron se encontraron con la escalera llena de humo. Fruto de la alteración, uno de los ocupantes del edificio precisó de atención médica por parte de una unidad del SAMU. Los bomberos certificaron que los incendios fueron provocados.

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