Vampiros de poca monta
,Como todos los años, coincidiendo con la llegada del verano, un buen número de ciudadanos se dirige a la Consejería de Medio Ambiente para que los técnicos de este organismo les libren de alguna colonia de murciélagos. En la mayoría de los casos, no se trata de una presencia molesta o peligrosa sino, sencilla e injustificadamente, de miedo. Estos pequeños mamíferos alados arrastran una leyenda negra que, en la imaginación popular, suele traducirse en relatos que poco tienen que ver con la realidad. Los murciélagos, en contra de lo que aseguran algunas personas, no se enganchan en el pelo ni muerden sin motivo. Lo cierto es que suelen ser inofensivos y, además, desempeñan un papel sumamente benéfico para el hombre. Todas las especies de murciélagos que habitan en Andalucía (más de 20), se alimentan exclusivamente de insectos, muchos de ellos dañinos para la agricultura y perjudiciales para la salud. Un ejemplar adulto puede llegar a cazar diariamente unos 500 mosquitos, polillas o escarabajos, actuando como un poderoso insecticida natural. Pero, a pesar de estas características y de la protección que le brindan las leyes españolas y europeas, la mayoría de los quirópteros (literalmente "animales de manos aladas") están seriamente amenazados de extinción, debido, sobre todo, a la presión humana. Los dos recientes casos de mordeduras sufridas por una niña en Murcia, y una guía turística en la mismísima Catedral de Sevilla, han venido a empeorar las cosas, sobre todo porque los murciélagos implicados en estos sucesos eran portadores de una variante del virus de la rabia. En opinión de Juan Emilio Echevarría, especialista del Centro de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III, en donde se ha estudiado el incidente registrado en Sevilla, "éstos no son casos habituales, ya que raramente un murciélago muerde a una persona, y cuando se produce una situación de estas características suele tratarse de animales enfermos que atacan porque están desorientados". Aún así, añade, "deben tomarse todas las precauciones posibles, evitando el contacto con los murciélagos, aunque estén moribundos". Los serotipos de virus de la rabia encontrados en murciélagos europeos fueron descritos en los años 80, y recibieron el nombre de EBL1 y EBL2 (European Bat Lissavirus) para diferenciarlos de las otras cinco variantes conocidas, entre ellas el denominado serotipo1 (presente en animales domésticos, como perros, y carnívoros salvajes, como el zorro) responsable de la mayoría de los casos de rabia conocidos. A pesar de estar extendido por casi todo el mundo, el serotipo1, el más peligroso de todos, no se ha detectado en el extremo occidental de Europa, incluida la Península Ibérica, desde hace bastantes años, y nunca se ha encontrado en murciélagos. Asimismo, el EBL1 y EBL2 no se han detectado en otros animales e, incluso, advierte la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Murciélagos (Secemu), "la inoculación artificial del EBL1 a perros y gatos ha demostrado que son muy resistentes al mismo, al contrario de lo que sucede con el serotipo1". El EBL1 se ha localizado en murciélagos de todo el continente, desde Escandinavia a España, mientras que el EBL2 solo está presente en la mitad norte y no afecta a nuestro país. En más del 95 % de los casos, según la Secemu, el EBL1 se aloja en murciélagos hortelanos. De hecho, en algunas poblaciones andaluzas de esta especie, examinadas de forma no sistemática por especialistas de esta sociedad científica, se han encontrado animales con anticuerpos en sangre o con presencia del virus en la saliva, aunque en bajos porcentajes. Hasta ahora, y en toda Europa, precisa la Secemu en un reciente informe sobre esta cuestión, sólo se conocen tres casos de personas fallecidas a consecuencia de rabia transmitida por murciélagos. Los tres incidentes se produjeron antes de que se descubrieran estos virus, y las personas infectadas no recibieron las correspondientes vacunas. Con esta información, concluyen los especialistas de la Secemu, cabe interpretar que el riesgo en Europa "ha debido de ser muy bajo, ya que no existe memoria histórica de que los murciélagos transmitieran esta enfermedad, a pesar de que la existencia de estos virus se remonta en el tiempo, por lo menos, a varios miles de años". Además, "en ninguna de las ocasiones en que los humanos mordidos por murciélagos han sido posteriormente vacunados (varios cientos de casos en todo el continente), se ha registrado incidente alguno"
Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al E-mail: sandoval@arrakis.es
Víctimas de la alarma
Carlos Ibañez, investigador de la Estación Biológica de Doñana y presidente de la Secemu, cree injustificado "el clima de alarma social que se ha generado en torno a los sucesos de Murcia y Sevilla". "Es posible", dice, "que estas noticias se hayan revestido de cierta truculencia de manera interesada, buscando, por ejemplo, el que nuevamente sea obligatoria la vacunación contra la rabia en animales de compañía". La Secemu asegura que no está documentada la transmisión natural de los EBL a perros, y la información disponible indica que es muy improbable que esto suceda. Asimismo, continúa el informe de este colectivo, "no hay datos que demuestren que estamos ante un brote infeccioso extraordinario de EBL1 en España", por lo que no estaría justificada, por ejemplo, una vacunación masiva de perros "utilizando como excusa los recientes casos de murciélagos en los que se ha detectado el EBL1". "De cualquier forma", advierte Ibañez, "esto no quiere decir que pueda haber otras razones que aconsejen la vacunación de animales de compañía, como el intenso intercambio de viajeros con el norte de África, en donde está presente el serotipo1". La Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Murciélagos aconseja que el comportamiento de la población ante estos animales, al igual que ocurre en los restantes países europeos, sea el de evitar la manipulación de ejemplares que aparezcan caídos, y dirigirse a un centro sanitario si, a pesar de todo, llega a producirse una mordedura. "Estas normas", aclaran, "deben mantenerse siempre y recordarse periódicamente, y no sólo en situaciones como la actual".
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