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CONSUMO

Reynolds, el "arrepentido"

En la guerra del tabaco en Estados Unidos las deserciones al bando contrario son una de las peores derrotas para la industria. Especialmente si el nombre del arrepentido es Patrick Reynolds, nieto del fundador del imperio tabaquero RJ Reynolds Tobacco Corporation, que produce las marcas Winston y Camel."He querido usar el poder de mi apellido para hacer algo bueno con él", explicaba ayer Reynolds. "Cuando mi abuelo creó la empresa se desconocía que el tabaco causara enfermedades pulmonares, coronarias y cáncer, pero ahora está probado, y por eso quiero que la gente se entere de lo adictivos y venenosos que son los cigarrillos".

Lo dice un ex fumador empedernido que perdió a su abuelo por cáncer de páncreas, asociado a su hábito de mascar tabaco. Su hermano murió de cáncer de pulmón y su padre, de efisema; ambos eran fumadores. Otros miembros de su entorno familiar también han muerto de enfermedades provocadas por el tabaco. Las dramáticas vivencias personales y el acceso a información confidencial sobre las tácticas empresariales para atraer a fumadores - "cuanto más iba conociendo, más me enfadaba"- le hicieron vender sus acciones en RJ Reynolds, dejar de fumar e iniciar una cruzada pública contra el tabaco que, al principio, le costó la relación con su familia, a pesar de que ninguno de sus miembros ha dirigido directamente la empresa en los últimos cincuenta años y en 1989 vendieron el imperio por 25.000 millones de dólares a Kholberg and Kravis. Ya tres años antes de la venta, Patrick Reynolds se había pasado al bando contrario y testificó sobre los peligros de los cigarrillos ante el Congreso de Estados Unidos y los Gobiernos de varios Estados, en pro de una legislación para controlar el uso del tabaco, regular su producción, limitar la exportación, subir los impuestos y prohibir la publicidad en la que las tabacaleras se gastan un promedio de 4.000 millones de dólares anuales. Hoy sigue frustrado. "El Gobierno no ha hecho nada". La culpa, dice él, la tiene el dinero, que todo lo compra. Por eso, la ofensiva antitabaco de el otro Reynolds está dirigida tanto contra las corporaciones como contra la clase política, que acepta de ellas millones de dólares para financiar sus campañas electorales. "El poder que ejercen las corporaciones tabaqueras sobre el Gobierno de EEUU es increíble. Ése es el principal problema, que no les importa que 400.000 norteamericanos mueran al año a causa del tabaco y que con sus campañas publicitarias más y más niños empiecen a fumar".

Precisamente los adolescentes han sido el blanco de los anuncios de la tabacalera RJ Reynolds. Documentos secretos sobre su estrategia comercial salieron a la luz durante el juicio que se celebra en Miami, en cuya primera fase el jurado ha declarado culpable a la industria. "La marca Camel debe aumentar su penetración entre el grupo de edades de 14 a 24 años, que son nuestro negocio del futuro", escribía un ejecutivo de una directiva a los empleados. Desde que se impulsó la campaña publicitaria del camello Joe Camel, el hábito de fumar ha aumentado un 73%. Según cifras de la prestigiosa organización de Washington, National Center for Tobacco Free Kids, diariamente 3.000 nuevos adolescentes norteamericanos comienzan a fumar.

Los niños y jóvenes son también el principal objetivo de la campaña de Patrick Reynolds, que anualmente recorre decenas de colegios y universidades con su mensaje Una Sociedad sin Humo. Aunque parte de su proselitismo antitabaco es sin fines de lucro, también lo ha convertido en su medio de vida y le ha costado algunas críticas. Cobra sustanciosas sumas por dar conferencias, aunque rehúsa revelar las cifras exactas. "Son caras, pero yo también tengo que vivir y pagar facturas. No soy rico". A sus 42 años, soltero y sin hijos, Reynolds asegura que va a dedicar el resto de su vida a acabar con el tabaco.

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