Una bacteria se confirma como factor de riesgo de sufrir un infarto
A la clásica lista de factores de riesgo cardiovascular (diabetes, tabaquismo, obesidad, hipertensión, colesterol alto y sedentarismo) hay que sumar la bacteria Clamydia pneumoniae. La infección por este microorganismo, como único factor o en combinación con otros, podría ser causa del infarto de miocardio y de las otras dos formas de la enfermedad coronaria: la angina de pecho y la muerte súbita, según señaló en una reunión en Madrid Juan Carlos Kaski, profesor de cardiología de la universidad de Londres y especialista en el hospital Saint George de la capital británica. Este experto, de origen argentino y afincado en el Reino Unido desde hace 17 años, dirige un equipo de investigación sobre este nuevo origen de la enfermedad coronaria y afirma que "un mayor conocimiento de las implicaciones de la Clamydia en la aparición del infarto podría revolucionar en poco tiempo el tratamiento de este proceso".
El equipo de Kaski ha sido el pionero en investigar el tratamiento de esta bacteria en pacientes que habían sufrido un infarto. En este trabajo, publicado en 1997 en la prestigiosa revista de cardiología Circulation, fueron tratados 72 pacientes con el antibiótico azitromicina, especialmente indicado en la infección por este microorganismo. A los seis meses del tratamiento se observó que el riesgo de sufrir un nuevo episodio coronario era cinco veces menor que en los pacientes que habían recibido placebo.
Transmisión aérea
"Está comprobado", sostiene Kaski, "que las personas que han sufrido un infarto tienen el doble o el triple de posibilidades de presentar otro evento coronario que la población general. Ésta podría ser una de las indicaciones del tratamiento antibiótico". Otra de las indicaciones, según sugiere este cardiólogo, serían los pacientes coronarios en lista de espera para ser sometidos a cirugía. A mediados de los ochenta se empezó a establecer una posible relación entre la bacteria C. pneumoniae y el infarto. Es una bacteria joven, pues se la conoce desde principios de los ochenta. Se calcula que la infección asintomática es la más frecuente, puesto que la mitad de la población mundial ha tenido contacto con este microorganismo. Se transmite por vía aérea y puede producir desde un simple constipado hasta una neumonía mortal.
"El haber tenido contacto con este agente patógeno", advierte Kaski, "no significa que se vaya a sufrir un infarto. Sabemos que entre un 25% y un 30% de los pacientes con un episodio coronario presentan esta bacteria y ningún otro factor de riesgo cardiovascular. Pero ignoramos por qué, y tal vez estén implicados también factores genéticos e inmunológicos. Lo que está claro es que a la suma de varios de los clásicos factores de riesgo cardiovasculares hay que añadir ahora la Clamydia, porque multiplica las posibilidades de desarrollar un infarto".
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