Ricardo Bofill diseña una nueva línea del horizonte para la ciudad de Barcelona
VIENE DE LA PÁGINA 1 La ampliación del puerto de Barcelona que ha diseñado Ricardo Bofill parte de la apertura de una nueva bocana, una vez terminado el puente actualmente en construcción entre tierra firme y el espigón. Esto facilita la construcción de un nuevo rompeolas, que dará resguardo al puerto pesquero, y de un paseo de 8.500 metros cuadrados. Las obras permitirán dividir el puerto en dos zonas: la del sur, destinada a mercancías, y la del norte, junto a la zona que diseña Bofill, dedicada a pasajeros, tanto de cruceros como de líneas regulares y embarcaciones de recreo. Las obras de la segunda bocana comenzaron a finales del año pasado y supondrán la posibilidad de disponer de una nueva apertura al mar para las barcas de pesca, las embarcaciones deportivas, los cruceros y las líneas que unen Barcelona con las Baleares. La segunda bocana pondrá a disposición de la ciudad una nueva zona de 15 hectáreas para uso ciudadano. La nueva bocana estará acabada a finales del año 2000 o a principios del 2001, y en lugar de los 100 metros de ancho previstos para la salida al mar tendrá 142, lo que permitirá la entrada a barcos más grandes ante la expansión que está viviendo el sector de cruceros. Las obras supondrán una inversión final de unos 7.000 millones de pesetas, en lugar de 5.000 millones previstos inicialmente, debido a la ampliación del ancho de la apertura al mar. Los ingresos que obtenga el Puerto por la explotación del conjunto del Port Vell, incluido el World Trade Center y los terrenos ganados con esta segunda bocana, ascenderán a unos 30.000 millones de pesetas durante un periodo de 25 años, a razón del canon que ingrese de las empresas privadas que allí se instalen, según fuentes portuarias. Todo para el 2004 La falta de problemas económicos permite a Bofill pensar que su proyecto puede estar terminado en el año 2004 y formar parte de la nueva Barcelona que ese año se abrirá al mundo. De hecho, el proyecto es una penetración de Barcelona en el mundo: el hotel toma forma de una doble vela marinera hinchada por el viento que se adentra en el Mediterráneo vista desde tierra, pero configura una línea de horizonte de la ciudad para quien llegue a ella desde el mar. Entre una y otra vela, formada cada una de ellas por vidrio tallado, se abren espacios en los pisos del hotel, pequeños atrios frente a la línea del horizonte. El cristal estará tallado de forma que tenga en cuenta la incidencia de la luz a las diferentes horas del día. Bofill ha trabajado para ello con tecnologías norteamericanas y centroeuropeas que ya ha utilizado en otros edificios en ocasiones anteriores. La torre tendrá una altura de 160 metros. Aunque su autor rehúye cualquier tipo de comparación con otros edificios de Barcelona, lo cierto es que supera en siete metros a las torres gemelas de la Vila Olímpica. Posiblemente Bofill no ha querido competir con ellas en términos absolutos, ya que está construyendo una torre en Estados Unidos que tendrá 600 metros de altura, pero lo cierto es que, una vez terminado, su edificio será el más alto de Barcelona. Asimismo, la explanada que se abrirá al mar entre los bloques que construirá Bofill será el primer espacio de la ciudad desde una perspectiva marítima, ya que se construye sobre terreno ganado a las aguas y, por consiguiente, más allá de la Barcelona actual. La torre más alta La torre será visible desde cualquier punto del litoral barcelonés e incluso desde cualquier punto de media altura de la ciudad. En la serie de dibujos elaborados en el taller de arquitectura del arquitecto, queda claro que se ha buscado que sea un elemento de referencia visual desde la Barcelona olímpica, pero también desde la Rambla e incluso desde Montjuïc. Bofill ha tenido también en cuenta que el puerto vivirá una profunda transformación hacia el sur una vez hecho el desvío del Llobregat, aunque en principio no será él el autor de esta ampliación. El nuevo conjunto no está pensado como un nuevo centro comercial que entre en competencia con el Maremàgnum o lo prolongue. Por el contrario, en esa zona no habrá comercios y apenas se ha previsto la instalación de algún restaurante para los visitantes. La zona de puerto que quedará abierta al mar por la nueva bocana formará, en palabras del propio Bofill, una especie de "lago interior", destinado únicamente a barcos para uso de personas.
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