Sorpresa en las urnas

Los efectos políticos de las movilizaciones de masas son, muchas veces, impredecibles. El tan traído y llevado espíritu de Ermua ha tenido su propia expresión electoral. Los resultados del 13-J en Ermua fueron una auténtica sorpresa, tanto entre las filas socialistas como entre los abnegados concejales populares. "Carlos Totorica me confesó días antes de las elecciones que él firmaba por repetir los siete concejales socialistas", asegura un prominente vecino de la localidad. Los electores, sin embargo, ampliaron la victoria socialista hasta los 10 ediles, pasando de un 39,5% hace cuatro años al 53,2% del voto emitido.

Al otro lado de la balanza, Ana, Jesús, Berta e Inés, los cuatro concejales populares que habían visto caer asesinado a su compañero y al resto de ediles del PP hasta llegar a Manuel Zamarreño, la última víctima de ETA, no se podían creer en la noche electoral lo que reflejaban los datos. El PP crecía levemente en votos y en porcentaje (apenas seis décimas). Y "encima perdíamos un concejal", asegura un tanto indignada Ana Crespo. "Perder un concejal ni se me pasaba por la cabeza", agrega. Ver para creer.

El carisma de Totorica, alcalde y candidato a la reelección por el PSE, su activa gestión al frente de la corporación, junto a un avezado equipo, durante los dos últimos mandatos han situado a este municipio en una posición destacada y ha abierto sus posibilidades para el futuro.

Todo esto, presumiblemente, ha pesado en el triunfo socialista mucho más que aquellos cuatro fatales días de julio de 1997. El alcalde, además, estuvo entonces más que a la altura de las circunstancias, sabiendo canalizar la rabia popular y reconvirtiendo con bastante visión y capacidad de liderazgo las riadas de indignación popular tras la muerte a plazo fijo de Blanco.

Pese a todo lo ocurrido, Euskal Herritarrok subió en votos y en porcentaje. Más de 900 papeletas. La coalición nacionalista PNV-EA perdió 400 votos y un concejal, bajando de tres a dos.