Barak se compromete a poner fin a cien años de conflicto árabe-israelí
El primer ministro israelí, Ehud Barak, se ha comprometido a poner fin a cien años de conflicto árabe-israelí. Éste es uno de los puntos principales del programa del Gobierno laborista, que junto con la composición del nuevo Gabinete, será sometido hoy a la aprobación del Parlamento, tras haber sido ratificado ayer por la tarde por unanimidad por el Consejo Central del partido triunfante en los comicios del pasado 17 de mayo.
"Tenemos la responsabilidad de dar al país la seguridad para la paz, que pondrá fin a cien años de conflicto", anunció ayer Barak ante el Comité Central del Partido Laborista reunido en Tel Aviv, al presentar el programa de Gobierno y el nuevo Ejecutivo. El nuevo primer ministro prometió ante sus correligionarios "acelerar la negociación con los palestinos y al mismo tiempo vigilar que estos respeten sus compromisos", asegurando que los acuerdos que se pacten con ellos serán sometidos a referéndum. El primer ministro anunció como contrapartida, que se paralizará la construcción de nuevos asentamientos en Gaza y Cisjordania, pero mantuvo la decisión de continuar reservándose el control y la soberanía sobre la totalidad de la ciudad de Jerusalén, como capital "eterna e indivisible" de Israel.
El programa de Gobierno de Barak coloca también en un lugar destacado la reapertura de negociaciones con Siria, interrumpidas hace tres años, y la retirada del Ejército israelí del sur de Líbano, garantizando al mismo tiempo "la seguridad de Israel" y "permitiendo las relaciones normales entre los países vecinos".
Ehud Barak presentó junto con este programa la lista de los ministros y viceministros del nuevo Gabinete, anunciando que en las próximas semanas procederá a efectuar, de acuerdo con el Parlamento, un cambio en la legislación que permita pasar de 18 carteras a 24, con el fin de poder satisfacer las aspiraciones de los siete partidos políticos que con el laborismo forman parte de la coalicción gubernamental.
El Gabinete Barak estará compuesto por una aplastante mayoría de ministros de origen sefardí (procedentes de países árabes) que suman en total 11 y suponen un reto y un cambio de imagen para el Partido Laborista, considerado durante décadas como coto de la élite judía askenazí, procedente del centro de Europa. Este Gobierno incluye también a cinco judíos ultraortdoxos y a tres antiguos generales, entre los que se encuentra el propio Barak.
El nuevo primer ministro se ha reservado en el Gabinete las carteras de Defensa y Agricultura, mientras que David Levy, un judio sefardí de 60 años, padre de 12 hijos, nacido en la ciudad marroquí de Rabat, será por tercera vez responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores. Este nombramiento ha provocado cierta incomodidad a dos destacados dirigentes laboristas, el ex embajador de Israel en España Slomo Ben Ami y Yossi Beilin, artífice de los Acuerdos de Oslo, que aspiraban al cargo y que se han visto relegados a ministerios de segunda fila: Seguridad Interior y Justicia respectivamente. Levy, el nuevo jefe de la diplomacia israelí, deberá sin embargo compartir su cargo con el ex primer ministro Simón Peres, al que le ha sido asignado el nuevo Ministerio de Cooperación Regional.
Barak ha dejado en el apeadero a varios barones laboristas que aspiraban a un ministerio, incluidas las mujeres, cuya única representante será Dalia Itsik al frente del Medio Ambiente. El nuevo primer ministro se ha excusado asegurando que se encontraba pillado por los compromisos adquiridos con los siete partidos que forman la coalición, pero los líderes de su propio partido le acusan de haber hecho un "Gobierno de ministros dóciles", actuando con "falta de respeto" y "como si estuviera aún en el Ejército".
Durante una conversación telefónica mantenida anoche, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, invitó a Barak a reunirse con él en Washington para discutir el proceso de paz. El primer ministro israelí le expresó a Clinton su intención de mantener también reuniones "en los próximos días" con el presidente palestino, Yasir Arafat; el presidente egipcio, Mohamed Hosni Mubarak, y el rey Abdalá II de Jordania. Barak habló con Clinton desde la residencia del embajador estadounidense en Israel donde asistía al Día de la Independencia.
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