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Los orangistas de Portadown concluyen su marcha más pacífica de los últimos años

La Orden de Orange de Portadown evitó enfrentarse ayer con las fuerzas de seguridad británicas y los miembros de esta logia protestante se disolvieron pacíficamente sin concluir el recorrido de su marcha anual a la iglesia de Drumcree: les fue vetado el paso por el barrio católico de Garvaghy Road. Los oficiales de la hermandad llegaron hasta el hermético cordón policial para protestar por la limitación del desfile y exigieron a sus simpatizantes que se abstengan de cometer "actos de violencia en nombre de Drumcree". A última hora de la tarde, unas 200 personas permanecían simbólicamente en las proximidades de la iglesia.

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"Nuestra protesta es pacífica. Defendemos nuestros derechos civiles y aquí nos quedaremos hasta que lo consigamos. Si nos queréis apoyar, sois bienvenidos", dijo Harold Gracey, responsable de los orangistas de Portadown, a las cerca de 15.000 personas que ayer acudieron desde otras localidades a esta conflictiva ciudad de Irlanda del Norte. Pero esta vez, los orangistas evitaron los enfrentamientos y, a diferencia de ediciones pasadas, optaron por disperarse sin haber concluido su desfile que, a modo de protesta, marchó sin el ensordecedor acompañamiento de tambores y gaitas. La logística policial tampoco les dejaba alternativa. Tras cuatro años sucesivos de desórdenes públicos, actos violentos y caos generalizado, tanto los oficiales de la logia protestante como los responsables de seguridad han mejorado en la defensa de sus respectivas posiciones. El cordón policial, con refuerzos del Ejército británico, es prácticamente inquebrantable. Los soldados han removido la tierra para abrir unos surcos irregulares y colocado metros de alambrada por las campas próximas a la ermita.

En la carretera hacia Garvaghy Road, el barrio católico prohibido al paso de la marcha, un gigantesco portón de hierro, con pegotes de grasa para malograr cualquier intento de saltarlo, hace imposible el acceso a la zona vetada. Hasta allí caminó un grupo de nueve orangistas en una muestra de protesta simbólica. La hermandad quiere demostrar que su conmemoración anual por los caídos en la Batalla del Somme, durante la I Guerra Mundial, es un acto civilizado que no pone en peligro a sus vecinos católicos de Garvaghy.

"Quieren erradicar nuestra cultura y tradiciones. Hemos cedido en otros derechos pero no claudicaremos esta vez. Las fuerzas de seguridad nos tratan como a paramilitares cuando deberían emplear estos recursos contra el IRA [Ejército Republicano Irlandés]", protestó el orangista Robert Bruce. Un superintendente de la policía del Ulster accedió a recibir la protesta oficial de la logia de Portadown, que solicita del primer ministro británico, Tony Blair, una explicación al veto de la marcha por el tramo eminentemente nacionalista. "Yo no hablo con ellos", explicó Gracey a sus seguidores en referencia a la Comunidad de Vecinos de Garvaghy, "sólo hablo con nuestro Gobierno legítimo".

La marcha trascendió ayer mas allá de su objetivo tradicional. Líderes y voluntarios tornaron el encuentro en un grito de protesta contra la evolución de las negociaciones políticas. "El IRA no tiene ninguna intención de desarmarse hoy, mañana ni dentro de unos meses. Debemos mantenernos unidos, bajo el paraguas de la familia protestante y unionista, para defender nuestro futuro como ciudadanos británicos. Espero que Blair se dé cuenta pronto de que este proceso está condenado al fracaso", dijo.

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Críticas al líder

Pero el mensaje de Gracey se dirigía tambíen hacia el líder del Partido Unionista del Ulster, David Trimble, que debe responder a la propuesta e Blair y su homólogo irlandés, Bertie Ahern, sobre la formación del Ejecutivo y el decomiso de las armas ilegales. "Si Trimble la acepta, habrá desorden civil por parte de los protestantes", advirtió Bruce. "No puede haber gente con armas en el Gobierno. Trimble es un traidor que está vendiendo a su propio país", continuó su compañero reservándose la identidad. El eslogan unionista No armas, no Gobierno sigue vigente en las voces orangistas a pesar de que la última oferta gubernamental abre por primera vez la certeza de un horizonte sin la presencia activa del IRA. "Nos han engañado muchas veces, pero esta vez no lo permitiremos. Hemos conocido muchas treguas y todas ellas conducen invariablemente a la guerra sucia", siguió Bruce.

La protesta se limitó a gestos de furia verbal, pero nadie se atrevía a garantizar la ausencia de violencia en los próximos días. Gracey, que monta guardia en Drumcree desde el año pasado, amenazó con abandonar su puesto al brote de los disturbios.

Pero otros miembros de la logia se prestaban ayer a dejar la violencia para los más jóvenes. "No quiero fomentar la violencia, pero estoy feliz de que los chavales luchen por nuestros derechos", comentó el orangista Gerry Topping.

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