Antoñete se encontró muy a gusto, nervioso y, finalmente, malhumorado
Antonio Chenel, Antoñete, se encontró muy a gusto en su vuelta a los ruedos, aunque reconoció que no le faltaron los nervios, incluso el malhumor, debido a las reses que le tocó lidiar. Mientras, perdió la cuenta de los pitillos que se fumó en la tarde. Al término de su primer toro aseguró textualmente: "Estoy muy nervioso, muy atacado y, encima si el toro no me ayuda, malhumorado; el toro se ha echado para adentro y no se dejaba, no era de mi estilo". Por si fuera poco, el maestro vio como su segundo se lastimaba la pata izquierda. "Yo me encuentro bien pero necesito que me ayude el toro con los años que tengo. Aunque siempre es grato hacer el paseillo con este chaval, que es un fenómeno".
Como unos aficionados más, el Rey, los Duques de Lugo y un grupo de amigos, entre los que se encontraba el médico Antonio Soria, realizaron un típico almuerzo en un restaurante junto al acueducto, donde no faltó el cochinillo asado.
La presencia del Rey, al que los tres diestros brindaron su primer toro, llenó de satisfacción al maestro Antoñete quien dijo que es muy bueno que venga, "igual que hace su madre, la Condesa de Barcelona. Esto hace mucho por la fiesta".
Caras conocidas no faltaron en barreras y tendidos. De el presidente del Madrid, Lorenzo Sanz, y el jugador del equipo, Raúl, que cumplía años, al político Enrique Múgica o el ganadero Victorino Martín. Las cámaras de Canal + lo atestiguaron
Enrique Ponce, por su parte, se lamentó: "Más mala suerte no se puede tener, pero esto es así, cuando sale la racha de los malos hay que aguantarse. Encima hubo un grupito de gente que quería reventar mis faenas. Eso se nota y hace mucho daño, porque cuando está uno tragando e intentando pulir las embestidas a un toro que nunca va humillado, lo menos que pueden hacer es valorarte el esfuerzo".
El más feliz, El Juli. A hombros, protegido por la policía a la salida de la plaza, y sin lugar en casa para ir guardando los trofeos que va acumulando.
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