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La UPV idea una silla de ruedas "inteligente" que se adapta a cada usuario El prototipo dispone de un sistema informático que "aprende"

Investigadores de la Facultad de Informática de la Universidad del País Vasco (UPV) ultiman la creación de una silla de ruedas inteligente que facilita el movimiento de las personas discapacitadas con severas limitaciones motoras. El prototipo dispone de un sistema informático que permite elegir el destino mediante un mando que conduce la silla y un visualizador o voz sintética que se adapta a las necesidades del usuario y puede modificarse en función de las mejoras de la persona discapacitada.

El equipo de investigación, dirigido por el profesor Julio Abascal, comenzó a trabajar en este proyecto a finales de 1996 con el propósito de mejorar la calidad de vida de los discapacitados a un precio razonable. Los prototipos de sillas inteligentes diseñadas hasta la fecha cuestan un mínimo de 1,5 millones de pesetas (9.000 euros) y los impulsores del proyecto, financiado por la Comisión Interministerial de Ciencia y Tecnología y el Inserso, se propusieron ofrecer una alternativa más asequible. Estos investigadores han creado un prototipo de silla especialmente diseñado para lugares cerrados que facilita el movimiento de los discapacitados mediante un sistema de marcas o balizas. El suelo del domicilio familiar, el hospital o el centro de día se marca con líneas u otras señales que identifica el sistema informático integrado, de tal manera que dirige automáticamente el movimiento de la silla según la voluntad del usuario. "El prototipo actual sigue una línea pintada en el suelo, pero también dispone de un sistema de seguimiento de balizas electromagnéticas que marcan el recorrido y dan la posición exacta", dice Abascal. "La silla las detecta y decide el recorrido en función del tráfico, las preferencias del usuario y otra serie de variables". De esta forma, el discapacitado se limita a indicar su destino y la silla se encarga del resto. El prototipo incluye además mecanismos de seguridad ante posibles choques o la aparición de obstáculos en su camino. El equipo del Laboratorio de Interacción Persona-Computador para Necesidades Especiales, que dirige Abascal, ha ideado también una interfaz [dispositivo para comunicar un sistema electrónico con otro] que se adapta a las limitaciones del usuario y puede responder a sus deseos con un simple movimiento de cabeza o de un dedo. "Nuestra inferfaz", afirma Abascal, "debe exigir el mínimo esfuerzo porque estamos hablando de personas con graves dificultades motoras". Por eso ha sido preciso aplicar técnicas de interacción novedosas. El sistema "aprende"; va conociendo las preferencias y tendencias del usuario, los lugares que más frecuenta. Así se consigue, según el investigador, preveer sus deseos y se requiere un mínimo esfuerzo del discapacitado. El equipo de Abascal ha querido dotar a la silla de una función rehabilitadora. Por esto no han considerado conveniente idear una silla completamente automática que fomente la pasividad de la persona discapacitada. "No sería bueno", precisa este investigador. De ahí que se busque la máxima participación del usuario en la toma de decisiones, a pesar de que se requiera el mínimo esfuerzo físico. El prototipo está pensado para personas que han permanecido largo tiempo sin salir de su habitación y también para discapacitados con control motor escaso, que sufren cuando se deben realizar grandes recorridos. Estos últimos podrían mover la silla inteligente de forma convencional y utilizar el guiado automático sólo en caso necesario. El proyecto, en el que también participan el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, la Universidad de Sevilla y la empresa Bioingeniería Aragonesa, ha estado guiado por el objetivo de ofrecer una silla a un precio asequible. En estas coordenadas se enmarca el reto de que el sistema informático y los mecanismos se puedan incorporar a una silla eléctrica convencional sin encarecer su precio por encima del 20%.

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