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Antoñete: "Cada vez pesan más la muleta y la responsabilidad"

El maestro Chenel vuelve a torear, en Segovia con Canal + de testigo

Palabras, las justas. Lo que haya que decir, delante de un toro. Antonio Chenel Albadalejo, Antoñete, gusta de las declaraciones graves. "Cosas del tabaco, que machaca la garganta", desdramatiza. Mañana se vestirá de luces en Segovia, apenas hace un año lo hizo en Las Ventas. Tiene 67 años y 46 de alternativa. "¿En qué puede ser diferente esta cita? No sé, torear es siempre lo mismo. Eso sí, pese a que la ilusión es enorme, cada vez pesa más la muleta y, por supuesto, la responsabilidad", dice.

En compañía de Enrique Ponce y El Juli, con toros de Carmen Borrero, Antoñete cumplirá un capítulo más del maratón de ausencias y reapariciones que ha sido su carrera desde que en 1953 tomó la alternativa. "No es una reaparición", afirma. Pero lo parece bastante. Tras Segovia, tiene firmadas dos corridas más, en Pontevedra y Antequera. "Toreo de nuevo por cosas que pasan. Cosas esporádicas. Me lo propusieron y tras decir que no y pensármelo mucho... al final fue que sí. Segovia es la única plaza de los alrededores de Madrid donde no he toreado, y además se cumple el 200º aniversario del coso. Por todo esto, es bonito volverse a vestir de luces", comenta, casi pidiendo disculpas. Además, con esta no-reaparición se inaugura la temporada taurina de Canal +. El comentarista (pues eso es Antoñete, tanto en Canal + como en la cadena SER) que más ha hecho por fomentar el silencio en un medio atascado de palabras, oficia de padrino en la nueva andadura. "Cuanto más le conozco más me asusta... Es un torerazo". Las palabras son de Manolo Molés, director de la programación taurina de la cadena de pago.

En total, serán nueve las tardes televisadas (ocho domingos y un viernes), entre las que destacan la inaugural, el compromiso de El Juli como único espada desde Marbella y la última de todas: de nuevo Antoñete, con Curro Romero y Rafael de Paula, en Antequera.

"La televisión es un aliciente más. Pero nada importante cambia. El miedo que se pasa es el mismo", vuelve Antonio Chenel. ¿A qué teme más Antoñete? "A todo. Me he estado preparando. Fundamentalmente he practicado toreo de salón y carrera hacia atrás. Hacia adelante no hace falta correr porque te coge el toro", comenta y ríe. Muy lejos quedan los rigores de unos huesos y una moral quebradiza. Y aún más atrás, las hipotecas de una vida plagada de altibajos. Ahora todo es diferente.

Chenel tiene un hijo recién nacido y un compromiso, el mayor de todos: "Me gustan los retos. Soy un hombre de retos y el siguiente es siempre el más importante". Lejos de él las amarguras de la nostalgia. Sobre el pasado, dos palabras apenas audibles. Sobre el futuro, lo que haga falta. ¿Y en qué ha cambiado la fiesta? "En todas las épocas ha habido alguien que ha llenado las plazas. No creo que ahora sea mejor o peor que antes. Básicamente es lo mismo. Salvo el asunto de los novilleros... que está muy mal, el resto... pues ahí están José Tomás y El Juli. El chaval es un fenómeno, está demostrando tanta torería como cabeza. El de Galapagar es un figurón. Ya lo he dicho otras veces: hoy por hoy, es el mariscal de campo".

A los 66 años (ocurrió el día de su cumpleaños) Antoñete se hartó de torear hasta salir a hombros de Las Ventas. Ahora toreará con un año más a las espaldas. "Me he dado cuenta de que la muleta pesa una barbaridad", insiste. "Me encuentro bien, con las facultades justas. Nunca he creído que para torear haya que tener muchas facultades. Eso es necesario para banderillear. Lo fundamental es que el corazón te lata bien. Y eso está superior", concluye, y enciende un cigarrillo.

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