En lo que va de año han fallecido 43 trabajadores en accidentes laborales, casi la mitad que en todo 1998
La lista de trabajadores muertos en accidente laboral aumenta de manera escandalosa. En 1997 fallecieron 69. Un año después, la cifra fue de 88 y en lo que va de año ya han perdido la vida 43 operarios. Los sindicatos se quejan de que se admita como una fatalidad esta sangría que consideran evitable. Pero la lista negra prosigue. El 19 de febrero pasado tres obreros murieron sepultados en una zanja en el aeropuerto de Sondika. Cuatro meses más tarde, el juzgado de Bilbao que investigará el caso no ha recibido aún los informes de la Inspección de Trabajo sobre el siniestro.
Cada vez que un trabajador muere víctima de un accidente laboral, una ola de indignación estalla y una pregunta brota: "¿Se podría haber evitado?" Los sindicatos lamentan que tras el golpe llegue el olvido y que un accidente tape al anterior. Las mismas críticas dirigen hacia el Instituto vasco de Salud Laboral-Osalan y la Inspección de Trabajo. Sus planes sobre prevención y seguridad en el trabajo también parecen diluirse tras el primer impacto. "La sociedad funciona a golpe de impulsos. Lo que hoy impresiona mañana es pasado. Lo más grave es la falta de coordinación entre los distintos organismos responsable de velar por la seguridad laboral de los trabajadores y la falta de voluntad política para buscar soluciones y evitar esas cifras de muertes tan espantosas", resalta Jesús Uzkudun, responsable de salud laboral, de CC OO. Los datos fríos indican un ascenso imparable de siniestros mortales y de enfermedades laborales. En 1997, de un total de 39.369 accidentes registrados, 69 resultaron mortales. Ese mismo año 888 trabajadores contrajeron algún tipo de dolencia profesional. En 1998 perdieron la vida en su lugar de trabajo 88 empleados y 1.210 sufrieron enfermedades laborales. En lo que va de año, son ya 43 los muertos y 552 los aquejados de enfermedades derivadas del trabajo. El número de accidentes asciende a 32.904. "Parecen sólo cifras, pero es que no hay nada, ni el tráfico ni el sida, que provoque tantos muertos y enfermos", indica el representante de CCOO. Alarma social El 18 de febrero pasado, tres trabajadores, uno de ellos un joven de 20 años en su primer día de trabajo, resultaron muertos tras ser sepultados por toneladas de lodo y rocas en una zanja de los nuevos accesos al aeropuerto de Sondika. El siniestro pareció poner un antes y un después en los accidentes laborales. Han pasado cuatro meses y los sindicatos aseguran que nada ha cambiado. "El suceso de Sondika causó un gran impacto, parecía que las cosas iban a cambiar, y ¿qué ha pasado?, nada. El próximo día 30 se reúne el consejo general de Osalan. Informará al Gobierno vasco sobre su plan estratégico, le entregará un estudio de enfermedades profesionales y otros, pero son sólo cifras y nada más", remacha Uzkudun. La alarma social que provoca la oleada de muertes por accidente laboral no propicia una mayor rapidez en su resolución. La lentitud es su característica. En el caso de Sondika, la Inspección de Trabajo no ha remitido todavía los informes al Juzgado de Instrucción número 5 de Bilbao, que investiga el siniestro. Fernando Montes, jefe de inspección de ese organismo en Bilbao, señaló ayer que aún no han recibido el estudio técnico de Osalan, que les permitirá elaborar el acta de infracción, en caso de que existiera responsabilidad, y remitir entonces la documentación. Un portavoz de Osalan indicó, por su parte, que prevén enviar el resultado de la investigación próximamente, ya que están a la espera de un informe geotécnico que se acaba de concluir. "Por desgracia, es la práctica habitual. A pesar de la alarma social, las administraciones se retrasan exageradamente en la elaboración de los informes. Suelen ser maniobras dilatorias. El caso de Sondika es muy grave. Un informe de Osalan de diciembre de 1998 ya advertía de los riesgos de derrumbamiento de la zona donde murieron los tres trabajadores", revela Juanjo Rodríguez, responsable de Seguridad Laboral de LAB. Arturo Rodríguez, miembro de la federación de Vizcaya de la Construcción en el sindicato UGT, está de acuerdo. Considera que los distintos organismos existentes en materia laboral en el País Vasco se han convertido en "un cajón de sastre que cada vez funciona peor". A partir del accidente de Sondika los sindicatos trataron de conseguir un compromiso por parte de Osalan y de la Inspección de Trabajo para que se hiciera un seguimiento exhaustivo de las obras y los tajos existentes en el sector de la construcción y se cerraran aquellos que entrañaban riesgos. Se llegó a crear una comisión con todas las partes implicadas y se fijaron fechas para establecer medidas de control. Sin embargo, los sindicatos consideran que no se ha avanzado prácticamente nada. "Propusimos que se nombraran delegados de prevención y que representantes de los sindicatos vigilaran las obras, pero también se rechazó de plano. Estamos esperando que el Gobierno vasco responsa a una propuesta en ese sentido", se queja Rodríguez. A su juicio, Osalan es como el Inem, "una fuente de datos pero que no soluciona nada". Osalan tenía que ser un órgano preventivo y la Inspección de Trabajo, el ejecutivo", dice.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.