Críticas a la excarcelación del militante del IRA que atentó contra Thatcher
La excarcelación del preso del Ejército Republicano Irlandés (IRA) Patrick Magee, condenado en 1986 a ocho cadenas perpetuas por el atentado de Brighton contra la entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, provocó ayer una avalancha de críticas de unionistas y conservadores contra la actuación del Gobierno laborista en este caso. Ambos grupos políticos exigen un alto en la aplicación de las medidas de gracia mientras el IRA mantenga su negativa a un desarme total.
No hubo celebraciones ni símbolos de victoria cuando Patrick Magee abandonó ayer la cárcel norirlandesa de Maze. El célebre preso del IRA, miembro del comando republicano que atentó en 1984 contra Margaret Thatcher durante la conferencia del Partido Conservador en Brighton, guardó silencio al recobrar la libertad tras 14 años en prisión. Su condena en 1986, por un total de ocho cadenas perpetuas y una recomendación del juez de cumplir un mínimo de 35 años, quedó reducida a un tercio, gracias al Acuerdo de Viernes Santo, suscrito por los principales partidos políticos de Irlanda del Norte y los Gobiernos de Londres y Dublín, en abril de 1988. Pero la excarcelación de Magee, que eleva a 277 el número de presos puestos en libertad desde el otoño, dio munición extra a la oposición conservadora y a los líderes unionistas de Irlanda del Norte. Sus protestas vienen acompañadas por una crítica directa contra la actuación de Mo Mowlam, la ministra británica para Irlanda del Norte, y la exigencia de la suspensión del programa de excarcelaciones hasta que el IRA, y otros grupos armados, acepten el desarme.
"La ministra ha perdido completamente el contacto con los unionistas de Irlanda del Norte y está perdiendo contacto con la opinión pública inglesa", denunció David Trimble, líder del Partido Unionista del Ulster (UUP) y primer ministro en funciones del Irlanda del Norte, desde las páginas del diario londinense The Times.
El alud de críticas se extendió incluso a Tony Blair. "En Kosovo identificó correctamente el interés democrático. Vio claramente quiénes eran los terroristas... Ha triunfado logrando la retirada de las fuerzas serbias y el inicio del desarme del Ejército de Liberación de Kosovo. En Irlanda del Norte, sin embargo, ha perdido esa claridad de visión. Los norirlandeses, que el año pasado creyeron en él, comienzan ahora a perder la fe", resalta el líder unionista.
La cuestión del desarme
A lo largo de la jornada, mientras proseguían los contactos preliminares entre las fuerzas políticas norirlandesas y los Gobiernos de Londres y Dublín, Trimble puso de manifiesto su respulsa por la liberación de Magee. "Recuerda a la gente que la excarcelación de presos continúa incluso cuando no se advierte progreso alguno en otros aspectos del Acuerdo, como el desarme de las organizaciones paramilitares", señaló. "Muchos ven el decomiso de armas como algo simbólico", siguió, "pero demostraría que el republicanismo ha cambiado". Y en una velada petición de sustitución de la ministra Mowlam, el líder unionista identificó a la responsable británica entre las causas que impiden el progreso en el proceso de paz. "Una de las dificultades que tenemos en la aplicación del Acuerdo", señaló en Londres, "es la generalizada falta de confianza entre la comunidad, particularmente entre los unionistas del Ulster, respecto a lo que hará la ministra".
Trimble es pesimista. No cree posible lograr una salida antes del 30 de junio al actual bloqueo de la aplicación del Acuerdo de Viernes Santo. Los unionistas exigen un gesto práctico de entrega de armas y están dispuestos a vetar la formación del autogobierno hasta abril del 2000, plazo límite para el desarme de los grupos paramilitares. "Una declaración de intenciones no será suficiente", señaló Trimble en referencia a la sugerencia de Blair, hace una semana, de que una declaración de los republicanos respecto al futuro de su arsenal podría abrir el camino hacia el traspaso de competencias.
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