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Cuestionado por feo

El rector de la Universidad Complutense de Madrid sugiere la posibilidad de hacer cambios en el conjunto del Jardín Botánico, la obra emblemática del complejo docente

Al parque botánico de la Universidad Complutense de Madrid, el proyecto emblemático para el corazón de la Ciudad Universitaria, parece perseguirle algún extraño mal fario. Ya su construcción atravesó todo tipo de avatares, y ni siquiera ahora, con las obras virtualmente finalizadas, le abandonan los contratiempos. El más reciente tiene difícil solución. El edificio es feo, según algunos. Puede que hasta muy feo, señalan. Claro, que estas consideraciones entran en el terreno de lo subjetivo, pero, en este caso, obtienen el refrendo de una casi total unanimidad. El símbolo de la Universidad Complutense (la mayor de España) del siglo XXI no le acaba de convencer a casi nadie de los que trabajan o acuden al campus.

Docenas de altos cargos universitarios llevaban varios meses musitando su decepción por el resultado final de un proyecto pensado para regalar esplendor a la Ciudad Universitaria. "No estoy autorizado para decir estas cosas, pero ese edificio es un horror", confiaba uno de los directivos de la Complutense.

Del comentario en voz baja se ha pasado ya a la oficialización. El mismo rector, Rafael Puyol, recién elegido por mayoría absoluta, se ha confesado con este periódico: "El edificio del chaflán del terreno, con esas cúpulas ostentosas y desde un absoluto respeto intelectual al arquitecto que lo ha diseñado, no me gusta nada. Lo digo como paseante, pero es cierto que he escuchado otras opiniones del mismo tenor".

La construcción ahora cuestionada se yergue en plena avenida Complutense, junto a la Facultad de Biología, y servirá para albergar oficinas y una tienda de recuerdos universitarios.

El edificio se ha construído con ladrillo visto, pero el autor le ha añadido unos postizos poliédricos, en plástico blanco, de gran tamaño.

Varios profesores de la cercana Escuela de Arquitectura no se mostraron muy piadosos con el diseño elegido. "Es un adefesio horrendo", resumió Ricardo Aroca, presidente del Club de Debates Urbanos.

La supuesta fealdad del Jardín Botánico se erige como penúltimo capítulo de una historia cargada de accidentes.

El proyecto del parque se remonta a los tiempos de Gustavo Villapalos como rector de la Complutense, cuando un banquero entonces envalentonado, Mario Conde, le prometió 2.000 millones de inversión para dar forma al mejor jardín de Europa. Evidentemente, nunca llegaron las pesetas. Más tarde, decenas de profesores de Farmacia, Geológicas y Biológicas denunciaron que el proyecto aprobado "carecía del más mínimo rigor científico", y el rector tuvo que reconducir el tema mediante una comisión que ideó un parque bien distinto. Después se supo que las obras carecían de licencia municipal.

Ahora las toman por feas, aunque ello no conste en ninguna ordenanza municipal. Puyol se ha propuesto poner orden: "Quizás en el futuro podamos hacer algo con ese edificio que nos satisfaga más".

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