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EL CAMINO HACIA LA PAZ El otro éxodo

Milosevic intenta detener la desbandada serbia de Kosovo

El Gobierno yugoslavo no quiere un Kosovo sin población serbia y, ante el éxodo de 50.000 serbokosovares que ya han huido de la provincia, según la ONU, ayer lanzó un mensaje: "Convencidos de que la Kfor [la fuerza internacional de paz] va a cumplir sus compromisos, pedimos a los habitantes de Kosovo, en especial a serbios y montenegrinos, que no abandonen sus hogares ancestrales". Mientras, en Belgrado, el Ejecutivo de Slobodan Milosevic está aguantando, además de las críticas de oposición e Iglesia ortodoxa, el enfado de los empresarios que están al borde de la ruina.

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El llamamiento del Gobierno, a través de un comunicado del Ministerio de Información, responde a una preocupante realidad. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU aseguró ayer que 50.000 serbokosovares han abandonado la provincia desde que entraron las tropas de la Kfor y comenzó el regreso de los albanokosovares. "Pensamos que están aterrorizados y cansados", dijo ayer Abbi Spring, portavoz del PMA, quien añadió que la mayoría de los que huyen buscan refugio en la Serbia central. El mensaje fue reforzado por el ministro de Ciencia y Tecnología, Branislav Ivkovic, quien acusó de "traición" a los serbios que dejan Kosovo. En esta misma provincia, el portavoz del oficialista Partido Socialista de Serbia en la zona, Vojislav Zivkovic, ahondó en el matiz nacionalista: "Debemos [los serbios] permanecer en nuestra tierra, porque esa es la única manera de asegurar la supervivencia de Serbia y de su territorio".

El anciano patriarca ortodoxo serbio, Pavle, de 84 años, ayer se desplazó al monasterio de Gracanica, en Kosovo, para prometer "la salvación" a aquellos que "aguanten hasta el final". Ante unos mil civiles -y acompañado del obispo de la provincia, Artemio, y de John Drevenkievich, enviado del responsable militar de la Kfor, Michael Jackson-, Pavle dijo: "El hombre no puede elegir el momento, la raza, la nación y las circunstancias, pero puede elegir comportarse como un hombre. Desde aquí os llamo a aguantar. Las desgracias pasarán". Y como los hechos refuerzan las palabras, el Patriarca anunció que se traslada de Belgrado a Pec (Kosovo), la cuna de la Iglesia ortodoxa serbia, para dar ejemplo.

En Washington, mientras tanto, un portavoz del Departamento de Estado, James Foley, expresó su esperanza en que "muchos de los serbios que han huido" regresen "cuando la Kfor se haya desplegado". Y expuso los motivos: "Es su casa, y la Kfor ofrecerá garantías de seguridad para todos".

Mientras, políticos y religiosos serbios tratan de apoyar a sus compatriotas de Kosovo, en Belgrado se libra otra batalla. El ultranacionalista Vojislav Seselj -al que los socialistas han "ordenado", mediante un decreto, seguir en el Gobierno serbio a pesar de que renunció- dijo estar "sorprendido por el decreto", e insistió en que sigue en el Ejecutivo hasta que él y sus compañeros de partido sean sustituidos.

Ajeno a la crisis del Gobierno serbio, ayer, el portavoz del Partido Socialista de Milosevic volvió a arremeter contra el Sínodo de la Iglesia ortodoxa, al que pidió la dimisión por sus "destructivas" críticas al Ejecutivo federal. El Sínodo pidió el miércoles un "Gobierno de salvación nacional". Ayer, empresarios y agricultores se unieron al frente que exige apertura a Milosevic. La Unión de Cooperativas Agrícolas amenazó con no vender la cosecha al Estado, que le debe la del año anterior, si no reciben el combustible prometido. Por su parte, la Cámara de Comercio yugoslava exigió la abolición del estado de guerra y de todas las leyes que lo acompañan y que ponen los recursos del país al servicio del Ejército. Además, los empresarios quieren que el país se oriente hacia la economía de mercado.

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