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CORRIDA DE BENEFICENCIA

"Sólo me preocupa el presente, lo que logro día a día"

¿Se llega en algún momento al máximo? "Para nada. Gusta oír ciertas cosas. Que si puedes ser un torero de época... Pero no. Eso está bien cuando, con el pasar de los años, has perdido la ilusión y decides retirarte. Mientras, sólo me preocupa el presente, lo que logro día a día. Ilusión no me falta". La respuesta es de José Tomás. Involuntariamente, con la corrida terminada, el diestro se ofrece de árbitro en una disputa que antes se vivió en los tendidos. La plaza andaba entregada. Ni una voz disidente. Todos, tomistas. Sin embargo...costó trabajo encontrarla, pero apareció. Nadie lo hubiese imaginado. Por el porte elegante y la sabiduría en las apreciaciones, parecía una más. Distinguida, pero una más.Una aficionada de tantas habituada a ver toros con la rectitud del juicio que exige Las Ventas. Consumada y sabia aficionada, pero, en definitiva, una de tantas. Sin embargo, apenas José Tomás remató la última tanda con su primer toro, justo en el momento en que la plaza entera reclamaba (algunos exigían) las tres orejas (la del presidente también), ella se atrevió a decirlo: "Pues no es para tanto". Casi mejor le hubiese ido si en vez de la frase de marras desenfunda un Winchester 73 y la emprende a balazos.

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José Tomás, al natural

Un señor de pelo escaso y brazos larguísimos reclamó una oreja más: la de la descreída. Otro elemento de mirada dulce y modales exquisitos optó por no dar crédito: "Pero ¿se puede pedir más? Esto es lo máximo". Dicho lo cual... Si no es por su mujer, se come a la del comentario inconformista. El "máximo" diestro -ya se ha dicho arriba- intermedia.

Continúa el torero: "La verdad es que el público ha estado entregado desde el primer momento y eso es muy bonito". El de Galapagar cumplió ayer su cuarta salida a hombros de Las Ventas. "Todas las veces que consigues esto es a la vez lo mismo y muy distinto. ¿En qué se puede diferenciar este triunfo de los otros? No lo sé. Es el más especial, únicamente porque es el último", afirma y se detiene a averiguar las razones que hicieron diferente la tarde: "El viento. Es muy difícil torear así. He tenido que hacer las faenas en tablas y no me gusta nada... pero no había más remedio".

Lástima de espada

Llegados a este punto se acabaron las reflexiones. En el día a día, el de ayer, hubo dos toros. "El primero tenía nobleza, pero no iba metido en la muleta", dice escueto en una rápida descripción. Toca el turno a los lamentos: "Lástima de espada. Me he tirado arriba pero se me ha ido. Esas cosas ocurren". Sobre el segundo: "El toro se metía un poco por dentro y no era para nada fácil. Al final, eso sí, ha acabado entregándose". Se entregó el toro y a su lado lo hizo el público. Hasta la descreída rindió sus defensas. "Pues bueno, quizá... sí". Todo el trabajo perdido. Había costado tanto encontrar a alguien... "Un mano a mano", exigió un último espontáneo. Un mano a mano entre José Tomás y la antes descreída.

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