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Cristina Hoyos pone en escena una parodia de los espectáculos flamencos de los sesenta

La antigua pareja de Gades llevaba cuatro años sin bailar en un teatro madrileño

La bailaora Cristina Hoyos vuelve a un escenario madrileño tras una ausencia de cuatro años con Arsa y toma, un montaje en el que parodia los espectáculos de flamenco de los años sesenta, los spanish shows, tal y como los llama la propia artista. "Son los años de mis comienzos, tiempos en los que había que sobrevivir a base de espectáculos de poca calidad", declara la bailaora, que ayer no dudó en referirse a Antonio Gades como el gran innovador del flamenco. Hoyos, recién operada por un cáncer, mostró su confianza en recuperarse de la enfermedad.

Ayer, durante la presentación del espectáculo, Cristina Hoyos se mostró irónica y bromista, e hizo gala de un gran sentido del humor. Como cuando dijo que, en el flamenco, los hombres lo tienen más fácil que las mujeres porque "se hacen una foto con una novia, luego con otra. Y eso les ayuda mucho". Y dio muestras también de valentía y fortaleza cuando, ella misma, sacó el tema de su salud. "No tengo miedo de hablar de mi enfermedad. Se puede salir adelante. Quiero mandar este mensaje a las mujeres que están como yo", dijo esta bailaora que recientemente ha tenido que someterse a una operación por un cáncer de mama. Es inevitable que salga el nombre de Antonio Gades cuando se está en presencia de Cristina Hoyos, que ha pasado más de 20 años de su vida como pareja de baile de este bailaor. Hace una década decidió abandonar la compañía de este bailarín y formar la suya propia junto a su marido, el también bailaor Juan Antonio Jiménez. "Cuando me fui, me apetecía bailar con una bata de cola, estaba harta de pensar en un personaje. Es otra etapa de mi vida", declaraba la artista. Sin embargo, ha cambiado el tono de sus referencias hacia Gades. Ayer no tuvo ningún problema en declararse una admiradora de su antigua pareja, al que elogió en varias ocasiones.

"Yo admiro mucho a Antonio Gades. Ha sido el gran innovador, el gran creador, el que ha logrado hacer una evolución seria de este arte", señaló Hoyos, que incluso se definió como una seguidora del estilo de Gades, como una bailarina influida por él. Pero la personalidad de Hoyos surge a pesar de la pesada huella de Gades. Lo ha dejado patente en el espectáculo que servirá como reencuentro con el público de Madrid. En él ha trabajado con sus recuerdos de unos tiempos duros en los que había que sobrevivir a base de espectáculos especialmente pensados para gustar a los turistas que llegaban a España. Números que no se libraban nunca de batas de lunares de gran tamaño, tal y como apunta la propia artista.

"Hablo de locales en los que se anunciaba champán con flamenco, con mujeres con lunares muy grandes. El montaje tiene comicidad, ironía y también nostalgia y cariño. Mostramos un flamenco ligero y alegre, el de los spanish shows. También había gente que bailaba muy bien", declara Hoyos, que sabe bien de lo que habla porque ella misma vivió esa etapa de este arte. Cristina Hoyos explica también que esta especie de parodia sobre el flamenco obliga a los artistas a bailar en un estilo medio en broma medio en serio.

Esta visión irónica del flamenco ocupa la primera parte del espectáculo Arsa y toma. Para su puesta en escena, Hoyos ha contado con la colaboración del coreógrafo catalán Ramón Oller. "Es un artista de baile contemporáneo, pero tiene una concepción de lo escénico que me encanta", declara Hoyos, que tiene otro colaborador de lujo: el diseñador Christian Lacroix, que se ha ocupado de la totalidad de los vestidos del espectáculo. "Entendió perfectamente lo que quería. Él conoce muy bien España, el flamenco y los toros", apuntaba Hoyos.

Para el tono jocoso de la primera parte, concebida como un popurrí de bailes, Lacroix ha vestido a los bailarines de forma alegre, con muchos y llamativos colores. Pero el espectáculo se vuelve serio en la segunda parte. Los 16 bailarines de la compañía interpretan entonces una sucesión de palos "más profundos". Hoyos interpreta una farruca, y el resto de la formación, formada por jóvenes sevillanos que no superan los 25 años, unos tarantos y una soleá por bulerías.

Nuevos flamencos

La música la ponen tres guitarristas y tres cantaores. Hoyos no ha querido ni cajas de ritmos, ni violines ni nada de lo que utilizan ahora los nuevos flamencos, a los que también se refirió casi de forma onomatopéyica. "Bueno, qué voy a decir. Creo que hay gente muy válida. Pero quizá las prisas por hacerse famosos da malos resultados. El baile requiere un aprendizaje, hay que pasar por unas fases. Hay que sembrar y sembrar bien. Y respetar a los mayores", declaró. De su retirada también habló con media sonrisa: "No pienso en ella ni la voy a anunciar. Yo siempre he salido de la sombra y así me voy a retirar de los escenarios." Anunció también su intención de realizar un gran proyecto para el año 2000 con una compañía más numerosa que la actual.

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