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La nueva imagen del ballet ruso llega del Kremlin

El Festival del Grec de Barcelona acoge las obras "Tom Sawyer" y "Napoleón Bonaparte"

El Ballet del Kremlin vuelve a España. En enero de 1998 fue en Madrid. Ahora, a partir del 29 de junio, será en Barcelona, en el marco del Festival del Grec. Durante tres semanas se representarán dos de las más modernas piezas de su repertorio: Tom Sawyer y Napoleón Bonaparte. Su coreógrafo es el director del ballet, Andréi Petrov, un antiguo bailarín del teatro Bolshói que quiere renovar la imagen clásica de un arte que se proyectó al mundo desde Rusia.

El Ballet del Kremlin, que tiene su sede en el enorme edificio creado para celebrar los congresos del partido comunista soviético, es un organismo joven (tan sólo nueve años), pero que ya se ha abierto hueco junto a las otras dos grandes compañías estables moscovitas: la del Bolshói y la del teatro Stanislavski y Nemiróvich-Danchenko. Y, como ellas, no es ajeno a las dificultades que plantea una crisis económica que se ha hecho crónica. Claro que, como dice Petrov, el teatro siempre ha tenido problemas de dinero. "Los tuvo Shakespeare", señala, "y también Molière, y aquí nos ocurre lo mismo". Los primeros años fueron los más duros, pero a partir de 1993 se convirtió en un teatro estatal, lo que garantiza el pago de los salarios al personal, pero no los fondos necesarios para los nuevos montajes. Para eso se recurre a los patrocinadores. Napoleón Bonaparte, por ejemplo, cuenta con el respaldo de una empresa de frigoríficos. Las giras son otra importante fuente de financiación. Los ingresos obtenidos con las representaciones ordinarias no bastan, aunque se llene la enorme sala (de unas 5.000 butacas), ya que los precios son irrisorios: la mejor entrada suele costar menos de 600 pesetas.

No hay un éxodo importante de las grandes figuras del ballet, pero sí un goteo incesante de los integrantes del cuerpo de baile, renovado en un 50% en nueve años. "Algunos", dice Petrov, "se van llorando a trabajar con cantantes que les pagan más de 100 dólares por concierto, empujados a veces por difíciles situaciones familiares". Pese a todo, cree que lo más importante es que el público vea el resultado final y disfrute con él.

Hay dificultades, pero la continuidad del ballet ruso no está en peligro. La garantizan tres colegios especiales -ubicados en Moscú, San Petersburgo y Perm- que contribuyen a la conservación de un estilo propio.

Napoleón Bonaparte, con música de Tijón Jrénnikov y estrenado en 1996, se presenta como "las memorias coreográficas del emperador de Francia". Sigue a éste desde que era un simple taciturno y ambicioso teniente hasta que muere en la isla de Santa Elena, prisionero de los ingleses. Tom Sawyer, con música de Pável Ovsiánnikov y representado por vez primera en 1988, recrea el universo del Misisipí inventado por Mark Twain y se basa en los principios de los grandes musicales de Broadway.

Aunque reconoce que está preocupado por la acogida que tendrán en Barcelona los dos montajes, Petrov confía en el público español, del que dice que se parece al ruso porque "está abierto a las emociones".

El director del Ballet del Kremlin no oculta su admiración hacia un bailarín español: Ígor Yebra, que hace unos meses actuó con esta compañía en el Don Quijote de Minkus. "Tiene un gran temperamento", asegura. "Siempre está vivo en la escena, con sus pasiones y sus sentimientos". Yebra, por cierto, critica que se caiga a veces en Rusia en el error de primar la espectacularidad y la acrobacia sobre el alma y la profundidad de los montajes clásicos.

El grueso de la compañía viajará a Barcelona, incluidos los solistas. Serán 70 personas en total, de las que 55 serán artistas. Desgraciadamente, la música será enlatada. Petrov admite que no es lo ideal, aunque matiza: "Prefiero un disco bueno a una orquesta mala".

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