El arma de la cohesión interna

, "Para mí, la gran lección ha sido la cohesión, la unión de los aliados. Es un factor con el que no se contaba en Belgrado", afirmaba ayer un diplomático aliado. El conflicto de Kosovo es la guerra que llegó sin que nadie la quisiera. La OTAN pareció al principio el primer sorprendido de sus propios ataques. Después de meses y meses de amenazas y advertencias, los aliados parecieron más preparados para el triunfo de la disuasión que para la victoria de las armas. Quizá por eso su campaña ha parecido a veces improvisada, con constantes peticiones de refuerzos desde el mando general aliado. Pero también Slobodan Milosevic pareció sorprendido por la materialización del ataque. Satisfecho de ver cómo las amenazas aliadas se iban prolongando en el tiempo una tras otra, dio la impresión de creer que los preparativos de marzo eran más un farol que un primer paso hacia la guerra. El prestigio de su Ejército sólo se ha confirmado en una cosa: su sofisticado sistema de defensa aérea sólo ha logrado derribar un par de aviones, pero ha retrasado el final de la campaña. Milosevic ha jugado con el tiempo. Creía que una campaña larga acabaría por resquebrajar la unidad aliada y le permitiría conservar Kosovo. Se equivocó. Los aliados, y ése es el principal mérito de la gestión de Javier Solana, han tenido discusiones y divergencias, pero nunca han roto la unidad.