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FIN DE LA GUERRA La visión de Belgrado

¿Pero hubo alguna vez una guerra?

, Los vendedores ambulantes de souvenirs de la guerra han desaparecido de Knez Mihailova. En la pintoresca calle peatonal del viejo Belgrado ya no se encuentran las populares camisetas, mecheros y botones con la diana blanquinegra y, por debajo, la inscripción Target (objetivo). "Es que vino la policía", fue la parca explicación de un ex vendedor de targets y postales de puentes destruidos a bombazos y el paisaje nocturno de la capital yugoslava iluminado por explosiones, incendios y balas trazadoras. Hoy este hombre todavía vende unas cuantas postales de contrabando. El vendedor se encogió de hombros cuando se le preguntó qué pensaba del arreglo que ha puesto fin a 77 días de ataques. "Bien que hayan parado las bombas. Bien que haya cesado la agresión. Pero mal que hayamos tenido que aceptar una derrota. Mal que el precio haya sido tan alto", dijo. Resumía así el sentimiento de muchos. Tras una noche de festejos en la plaza de la República, donde minutos después de conocerse la capitulación que el presidente Slobodan Milosevic se empeña en llamar "una victoria moral" y un fasto "heroico", estallaron disparos, bailes y bocinazos de júbilo. Pero muchos belgrandenses que leían la prensa oficial ayer lo hacían con escepticismo e indignación. El tono triunfalista de Politika era inconfundible: "Hemos defendido el Estado, el pueblo, la paz y la jerarquía internacional", decía uno de sus titulares. "Victoria de la política pacifista de Yugoslavia y el presidente Milosevic", proclamaba otro. "Tanto muerto, tanta destrucción y todavía quieren que celebremos", dijo con desdén un ama de casa que pasaba por el enorme escenario erigido para los conciertos de rock en favor de la paz. Desde hace semanas, hay días en que hay más músicos que espectadores. Su desmantelamiento es sólo cuestión de días. Igual reducción de fervor se comenzó a notar hace un mes en los llamados escudos humanos de los puentes de Belgrado, cuando la fatiga -y la percepción correcta de que Yugoslavia se había metido en una guerra imposible de ganar- diezmó el entusiasmo patriótico y comenzó a imponerse la realidad.

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