"Va a ser muy difícil volver"
No volverán a Kosovo hasta que consiga la independencia. No creen al presidente serbio, Slobodan Milosevic, y confían ciegamente en que la OTAN haga realidad su sueño: regresar cuanto antes a sus casas, pero con seguridad, sin verse expuestos a nuevas masacres. Así se expresaban ayer Bathir, de 61 años; Gjavit, de 53, y Arsim, de 31, portavoces del grupo de 47 albanokosovares que desde hace once días intentan rehacer sus vidas en Alsasua. Alojados en la residencia juvenil Santo Cristo de Otadia, este grupo de refugiados ocupa su tiempo en aprender algo de castellano, descansar tras su peligrosa huida y adaptarse a las costumbres de una tierra en la que creen que aún permanecerán "bastante tiempo". El grupo aceptó enfrentarse ayer por vez primera a los medios de comunicación en una comparecencia organizada por Cruz Roja, ACNUR y el Gobierno de Navarra. Pesimistas, con aspecto relajado y parcos en palabras, los tres portavoces expresaron su rotundo apoyo a los ataques de la OTAN como fórmula para conseguir una paz rápida en Kosovo. "Sabemos que será muy difícil volver", afirmó Gjavit, ingeniero mecánico y vecino de Prístina. "No tenemos nada allá. Ni casas, ni trabajos, ni siquiera documento alguno. Por eso", añade, "nuestro objetivo aquí es poder trabajar. Ser útiles. Todos tenemos capacitación profesional y conseguiríamos ahorrar algo antes de volver". Este grupo de familias, alojadas ahora conjuntamente, pasará a residir en pisos independientes lo antes posible. Todos disponen ya de tarjetas de atención sanitaria, servicios médicos y farmacéuticos gratuitos, atención psicológica, profesores especializados y en breve se creará un banco de datos que permita casar sus perfiles laborales con ofertas de empresarios dispuestos a darles trabajo. Quienes no puedan acceder a un empleo, tendrán asegurada una renta básica. "Queremos un gobierno propio", indica Arsim, que cuida a su madre enferma. "La independencia de Kosovo es la única solución. Mientras tanto, no volveremos. Sólo la OTAN podrá ayudarnos", añade. Los más pequeños se han adaptado bien. Los vecinos de Alsasua han entablado buenas relaciones con el grupo. "Nos han dado cariño, mucho cariño", repite Bathir, como si ello fuera algo absolutamente nuevo para todo el grupo de refugiados. Los médicos le cuidan la herida que le produjeron los policías serbios en la espalda. "La población serbia, el 9% de Kosovo, ayudó a la represión", explica Gjavit. "Será muy complicado poder convivir en el futuro", concluye. Mientras, un grupo de 25 a 35 deportados albanokosovares llegará a Vitoria la próxima semana desde Ávila, donde ahora se encuentra de forma provisional, informa Eduardo O. de Arri. El traslado se espera para el lunes, aunque la fecha concreta aún no se ha confirmado. De hecho, ya se han producido dos retrasos. "En principio iban a venir la primera semana de este mes, luego el día 7 y ahora parece que la semana que viene será la definitiva", comentó ayer la diputada alavesa de Bienestar Social, María Jesús Aguirre. Los refugiados se alojarán en el Seminario. La operación estará coordinada por Cáritas y cuenta con un presupuesto de 25,5 millones de pesetas, la mitad aportados por el Gobierno vasco y el resto, por la Diputación y el Ayuntamiento a partes iguales.
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