Todos los rostros de Rembrandt, en una exposición en Londres

La exposición se titula Rembrandt mismo y ofrece la excepcional oportunidad de contemplar reunidos no sólo la mayoría de los autorretratos que hizo, sino de indagar, a través de ellos, en la compleja personalidad de este artista, así como ver la evolución de su estilo. La muestra se inauguró ayer en Londres, en la National Gallery, y permanecerá abierta al público hasta el 5 de septiembre.

, En toda la historia del arte no se encuentra un artista de renombre que haya pintado tantos autorretratos a lo largo de toda su carrera. De los 47 autorretratos que se conocen, hay 25 en esta muestra, organizada por el Museo Mauristhius de La Haya y la National Gallery de Londres, que reúne pinturas, dibujos y grabados. Se incluyen también algunas obras atribuidas a Rembrandt o retratos del pintor hechos por otros. Rembrandt van Rijn (1606- 1669) se pintó a sí mismo muy a menudo y en muy distintos atuendos. La muestra acoge obras realizadas entre 1626 y 1669. No se trataba de una voluntad de autoconocimiento (una idea del siglo XIX) o una práctica privada. Según el texto del catálogo de Ernst van Wetering, lo hizo en ocasiones para estudiar expresiones faciales, como modelo para la pintura de personajes y por encargo de coleccionistas que solían incluir retratos del artista junto a otros cuadros pintados por él, o para colecciones de retratos de artistas famosos como el que hizo para Cosimo III de Médicis. En los autorretratos de juventud el artista se oculta en cuadros de género histórico como uno más de los personajes. En los primeros autorretratos experimenta con luces y sombras, con gestos en distintos estados de ánimo. Es habitual, además, encontrarlo ataviado con diversos trajes, de mendigo, héroe bíblico, soldado o personaje oriental. Tras establecerse en Amsterdam, Rembrandt prefiere pintarse para la burguesía con capa y sombrero, como pintor célebre. Pero el artista se retrató con mayor frecuencia con ropa informal, algo innovador en su época. Los últimos autorretratos denotan una mayor profundidad en la observación y aparece como un anciano digno y reposado.