Demasiados derechazos
Muchos derechazos ha pegado Eugenio de Mora en su comprometida tarde de soledad frente a seis toros. Salió a hacerle cosas al primero de la serie y ya se lió con la mano derecha. Fueron 17 en total, repartidos en cuatro tandas. Sólo se echó la muleta a la izquierda una vez, para dar cuatro naturales y el de pecho. Y miren ustedes por donde estos cuatro muletazos zurdos fueron los más artísticos y de mayor cadencia de una faena excesivamente derechista en la que el torero empezó falto de acoplamiento y terminó más centrado. Se quedaba corto el de los Bayones y Eugenio tiró bien de él en la última tanda con la derecha, compuesta de cinco pases. Como guinda de variedad, introdujo en el trasteo un circular invertido.Su segunda faena fue un calco de la primera. Esta vez los pases con la mano diestra sólo fueron 12, frente a nueve naturales. Y de nuevo el circular invertido. A estas alturas ya empezaban algunos a pensar que el toledano había venido falto de imaginación. Pero no. En el tercero cambió el orden. Inició la faena con la mano izquierda y le extrajo al morlaco un total de 11 naturales. Los derechazos fueron 12. La cosa iba ya bien equilibrada y dosificada.
Varias / Mora
Toros de diversas ganaderías: primero, Los Bayones (otro devuelto por inválido), terciado, manejable; segundo y cuarto de Garcigrande, desiguales de presencia y juego; 3º y 5º de Alcurrucén, de aceptable presencia, mansurrones. 6º de Garcigrande, sobrero, terciado y con problemas.Eugenio de Mora: estocada perdiendo la muleta (oreja); un pinchazo recibiendo y estocada caída (oreja); pinchazo hondo, rueda de peones y dos descabellos (aplausos y salida al tercio); pinchazo y media estocada (oreja); dos pinchazos y estocada desprendida (aplausos y salida al tercio); estocada corta caída y atravesada (dos orejas). Salió a hombros. Sobresalientes: Pascual Mezquita y Pirri. Plaza de Toledo. 5 de junio. Primera corrida del Corpus. Cerca del lleno
En el cuarto predominó el toreo de rodillas, ese toreo genuflexo que tanto gusta exhibir el toledano. Y el toro, un inválido de Alcurrucén, también se arrodilló. No es la primera vez que ocurre este homenaje mutuo de toro y torero, saludándose el uno al otro en esa postura. Se quedaba corto el bicho y manseaba. Al final, terminó encerrado en tablas. Allá se fue Eugenio a hacer alardes de valor. Desplantes de rodillas, de espaldas al animal. Tocadura de pitón. Ya saboreaba la parroquia las dos orejas que le iban a dar, pero el diestro no anduvo diestro con el estoque. En esta ocasión, el toreo de derecha-izquierda fue menor. Ocho derechazos y cinco naturales.
El quinto fue un toro muy violento en el primer tercio, que rompió en la muleta. Con él se espatarró Mora y se puso feo toreando. Lo pasó con la suerte descargada y generoso empleo del pico. 14 derechazos y cinco naturales, que no consiguieron dominar al toro. Se fue sin torear.
Con el sexto se dirigió a los terrenos de la solanera. Allí llegó a darle hasta diez derechazos, con muchos enganchones. Tampoco pudo con él. Un presidente excesivamente generoso se pasó al darle las dos orejas. Él sabrá por qué.
Es posible que el abusivo empleo de la mano derecha haya convertido en monótona una tarde que, de haber tenido el torero mayor imaginación y repertorio, le hubiera resultado más lucida. Eugenio de Mora ha dado un total de 75 derechazos, que, evidentemente, pueden llegar a hartar. Pero el torero ha salvado dignamente su compromiso, siempre difícil y arriesgado, de matar seis toros. Lo ha hecho al amparo de sus paisanos, que estaban deseando darle los trofeos en todos los toros. Puede irse contento porque, aunque con el quinto y el sexto ha andado un tanto aperreado, con los cuatro restantes ha podido hacer su toreo y ha terminado por demostrar que es diestro entregado y valiente.
Babelia
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