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Tian Ge sigue buscando

Tian Ge es un tormento que vaga de un lado a otro. Arrastró su malestar por los caminos de China hasta 1989. "Todavía corro", dice, acariciándose una generosa barba. Vagabundo y poeta, escribió sus primeros textos bajo las bombas. Fue en 1979, durante la breve guerra entre China y Vietnam. Era soldado y tuvo que ir al frente. "¡Aquella guerra no era de mentira!".

Desmovilizado, trabajó como maestro en su provincia natal de Sichuan. Absorbido por la escritura, no le atrae el activismo, pero cuando surge la primavera de 1989, vibra. Forma parte de un club de poetas que se une al movimiento. Primero la fascinación después, el trauma. Una escena le persigue aún: una joven se tira a un río y desaparece.

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Es el desastre. Junto a un puñado de amigos, huye. Una penosa larga marcha por las provincias del sur. En los pueblos de las montañas, los escapados reflexionan sobre el fracaso. El ambiente del grupo se degrada. Cuando las gargantas están mojadas por el alcohol, la desesperación arde y estallan las peleas.

Entonces, Tian Ge deja todo. Descorazonado. "No quería oír hablar de política, ni siquiera de democracia". Se refugia en la contemplación, en el nihilismo. Piensa en el suicidio. Pero el arte le agarra por el cuello y él sigue su búsqueda. Lee y relee a su maestro, Li Bai, el poeta de la dinastía Tang que se ahogó al querer atrapar en un lago el reflejo de la luna. No deja de repetir el fragmento esperanzado del verso del maestro: " podría yo inclinar mis ojos y mi pecho ante los poderosos si hay que renegar del estallido de un instante?".

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