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Alemania intentará lanzar el Pacto de Estabilidad para Europa del Sur como despedida de su presidencia

Pilar Bonet

La guerra de Yugoslavia, que ha dominado la presidencia alemana de la Unión Europea (UE) desde el Consejo Europeo de marzo en Berlín, ha propiciado las tendencias hacia una mayor integración -política, económica y militar- en Europa, pero con ciertos límites. Así lo pone de manifiesto el proyecto de Pacto de Estabilidad para Europa del Sur, que será debatido por los dirigentes europeos en Colonia, aunque el formato de este documento supera el marco comunitario e incluye a los países del G-8 (los siete más desarrollados del mundo y Rusia) y a los Estados de la zona balcánica.El Pacto de Estabilidad para Europa del Sur (o de los Balcanes) es una de las ideas mimadas del ministro de Exteriores alemán, Joschka Fischer. El documento, que está en fase de elaboración, esboza ya un nuevo tipo de relación con los países balcánicos, a medio camino entre los acuerdos con los países del Este candidatos a la integración y la relación de asociación que la UE tiene con países como Israel o Suráfrica.

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La idea de fondo subyacente es la necesidad de esbozar un marco europeo para los Balcanes, sin crear por ello expectativas de integración, que no van a poder ser atendidas en un futuro visible. El alegato a favor de la integración de los países balcánicos expresado por el ex canciller Helmut Kohl y compartido aparentemente por Fischer no ha encontrado el apoyo de otros socios de la UE y más bien ha asustado un tanto a franceses y británicos, según señalan medios diplomáticos. Eso, sin contar con la inquietud de los países del Este candidatos al ingreso, que sienten amenazado el ritmo de sus respectivas negociaciones.

En Colonia no habrá números ni estudios concretos de la ayuda a prestar a los países de la zona. El Consejo podría, no obstante, dar un mandato a la Comisión para que cree una Agencia Comunitaria con gran margen de maniobra para centralizar programas de ayuda y reconstrucción en los Balcanes. Medios gubernamentales alemanes señalan que todavía hay puntos por concertar y diferencias con Rusia, país que estaría en contra de las alusiones a la democratización de Serbia, como precondición para la ayuda futura a recibir, y las alusiones a la OTAN.

La guerra ha sido una dura prueba para el Gobierno de coalición alemán, que, cuando asumió la presidencia de la UE, en enero, no había tenido aún tiempo de rodarse en el poder desde las elecciones del 27 de septiembre. Los representantes alemanes tienen la impresión de haber sido confrontados con problemas de una envergadura desconocida hasta ahora por otras presidencias. Eso parece haberles liberado de los complejos que tenían durante los primeros tres meses de la presidencia.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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