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Las pugnas internas queman al PP en Vigo

El consejero Xosé Cuiña se ha enfrentado al alcalde, Manuel Pérez, por ser afín a Mariano Rajoy y ha frustrado todos sus proye

,La plana mayor del Partido Popular acudirá el próximo lunes, día 24, a inaugurar los ocho kilómetros de autopista que abren al uso el segundo cinturón de circunvalación de Vigo cuando aún no se ha construido el primero. Será la única obra de relieve que inaugurará el alcalde Manuel Pérez, un regidor que ganó los últimos comicios por mayoría absoluta pero que luego ha perdido la autoridad por goleada ante Xosé Cuiña, secretario general del PP gallego y consejero de Política Territorial de la Xunta.En la pugna interna de los aparatos, con la dirección de Madrid tratando de contener el avance de Cuiña en Galicia, el alcalde de Vigo tomó partido y encontró valedor en el ministro Mariano Rajoy, lo que le acarreó la animosidad del consejero. Y eso que en la circunvalación Cuiña tampoco ha visto cumplidos sus deseos. Aunque hace sólo tres semanas el consejero anunció que la gratuidad del tramo era una "utopía irrealizable" , el ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado se ha encargado de desmentirle y confirmar que el nuevo tramo Rande-Puxeiro no tendrá peaje, tal y como venían reclamando los movimientos vecinales, la oposición, las organizaciones empresariales e incluso el Parlamento de Galicia.La batalla del peaje empezó hace cinco años, cuando el entonces alcalde socialista Carlos Príncipe emprendió en solitario -incluso ante los tribunales y contra el ministerio que dirigía José Borrell- una campaña para reclamar la gratuidad del tramo de autopista que comenzaba a construirse por considerarlo parte de la circunvalación que la ciudad precisaba de modo perentorio. La empresa pública Autopistas del Atlántico, que explota la A-9, y el PP se resistieron hasta donde pudieron: "Una utopía", según Cuiña. Pérez planteaba, por su parte, "un peaje blando".

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La primera ciudad de Galicia por población e industria canaliza aún hoy por el centro urbano todo el tráfico pesado que generan las fábricas y el puerto, el primero de Europa en descargas de pescado. También pasan por él todos los vehículos que buscan la autopista A-9, hacia Santiago y el norte de la comunidad, desde la autovía Rías Baixas y Portugal. Y viceversa. Eso y una orografía difícil y urbanísticamente maltratada han convertido el tráfico en Vigo en un suplicio ciudadano y político para los sucesivos concejales que han entendido en la materia y que han terminado, todos, por tirar la toalla ante la envergadura del problema.

Bajo el mandato de Pérez se le ha buscado además algún provecho. Así, las grúas municipales, una adjudicación, no dan abasto en la retirada de coches aparcados en doble fila, aunque han mostrado mayor querencia por los que no estorban, pero no pagan la ORA. Ello, naturalmente, no ha mejorado el tráfico, que sigue siendo una pesadilla ruidosa y cotidiana por más que el Gobierno Pérez le dedicara un plan específico que, con otros desfases, no se atreve a intervenir en un transporte público deficiente y caro. Ha sido, no obstante, uno de los escasos proyectos que el PP ha conseguido poner en marcha durante este mandato.

El tramo de circunvalación dará a la ciudad un alivio de 12.000 vehículos diarios. Las obras, de gran impacto ambiental, con mucho movimiento de tierras, dieron algunos disgustos a Pérez por cegar fuentes y alcantarillas o alterar el curso natural de las aguas subterráneas, que reventaban en otras partes, provocando inundaciones, hundiendo calles...

Muchos problemas para la única obra de envergadura del mandato de Pérez, que comenzó con un subidón de los impuestos y no ha decaído en sus afanes recaudatorios. Sin embargo, todos y cada uno de sus compromisos y proyectos en dotaciones e infraestructuras, cuyo déficit se reconoce como una deuda histórica de la Administración con Vigo -multiusos, museos, actuaciones urbanísticas...-, han naufragado por su inconsistencia o como represalia directa de Cuiña desde la Xunta. A Pérez no le han faltado proyectos: la Colina Encantada, un parque lúdico ante cuya maqueta llegó a fotografiarse Manuel Fraga; el Pabellón Multiusos, que encargó al portugués Álvaro Siza, el Parque Ofimático... Y pudo continuar otros, como el Museo del Mar, que proyectó Aldo Rossi, o la actuación urbanística Abrir Vigo al Mar, una vistosa apuesta por recuperar el disfrute ciudadano del litoral portuario. En ninguno encontró el suficiente apoyo financiero de la Xunta.

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La Xunta, eso sí, construyó directamente una gran depuradora cuyas obras visitaba Cuiña como cosa propia, incluso con el vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato, sin tener el detalle de comunicar las giras a la alcaldía, aunque sí a la prensa. Con visitas de ese tenor, a la depuradora u otras obras menores de su departamento, el hombre fuerte del PP en Galicia se ha comportado en Vigo como un alcalde superpuesto que ha menudeado desaires al titular legítimo. Hasta la oposición ha tenido que salir a pedir un mínimo respeto. Por lo demás, la depuradora no cumple la normativa europea al efecto, sólo funciona a la mitad de su capacidad por defectos de construcción y su transferencia a la ciudad repercutirá en un incremento en el recibo del agua.

Las tazas sucesivas de este caldo cuiñista rompieron drásticamente el grupo de Pérez, que pronto dejó incluso de reunirse, y al propio partido en Vigo. Taifismos, desaires y corruptelas han campado por el Ayuntamiento mientras el alcalde afrontaba esas contrariedades reiterando una y otra vez, con acento pusilánime, su lealtad y confianza en el partido, que descartó llevarlo de nuevo a la lista municipal cuando ya era un clamor ciudadano el rechazo a su gestión.El PP ha sustituido a Pérez -le ha colocado el 20º para los comicios europeos- por Juan Corral, un político blando y locuaz que, como él, fue consejero de Trabajo. Además, ha reforzado su candidatura con Horacio Gómez, el presidente del Celta, que, a su vez, ha colocado en ella a algunos de sus directivos. Nadie cree que esa lista pueda revalidar la mayoría absoluta de 1995. Y eso abre las expectativas de un Gobierno de coalición, como antes de ese año, de PSOE y BNG. La duda, por la igualdad que arrojan los sondeos, es si el alcalde será socialista, Príncipe -lo fue de 1991 a 1995- o nacionalista, Lois Castrillo, curtido en dos mandatos tanto en el equipo gobernante como en el oponente.

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