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FERIA DE SAN ISIDRO

Juan Luis Fraile: "Los toros así no los quieren las figuras"

Hace dos semanas, Las Ventas cumplió respetuosa un minuto de silencio en homenaje al ganadero Juan Luis Fraile, que acababa de fallecer en Madrid. Ayer salieron sus toros y la plaza no paró un minuto de agradecérselo. La premonición de la tarde anterior se cumplió. Entonces, un astado de noble actitud obligó a más de uno a frotarse los ojos. "Por fin, un toro", fue la frase más repetida. Durante la tarde del domingo, más de uno se dejó la vista de tanta sorpresa encadenada. El primero obligó a limpiar las gafas. El segundo dejó los ojos limpios de pestañas. Y así... hasta el cuarto, Pensante. Ése puso a la concurrencia con la mirada en el cielo. "¡Si no se cae!" y en esto llegó Ángel, el veterinario, y sentenció: "Es que es un toro". Tan sencillo.Acabada la corrida, el patio de arrastre era un bullir de felicitaciones. Allí, el hijo de Juan Luis Fraile, acompañado de sus hermanas Carolina y María y sus tíos Nicolás, Lorenzo y Moisés, con lágrimas en los ojos, no podía ni quería contener un gramo de emoción. El recuerdo del ausente pesaba. Antes, el mayoral saludaba desde el tercio. "Triunfos así son necesarios para un encaste como éste", decía Manuel Sánchez Muriel, del mayoral. El hijo del ganadero seguía el razonamiento: "Las figuras no quieren torear estos toros. Se hace muy duro mantener un encaste así y este triunfo es la justa recompensa a tanto trabajo".

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Un torrente de casta brava

Lidia adecuada

Poco después, llegaban, más calmados, los comentarios sobre el juego del encierro. "Ha sido una corrida de importancia. No han sido ni fáciles ni tontos. Había que darles la lidia adecuada". Las palabras son del heredero. El mayoral, con el gesto más contenido y con el hablar calmo del que conoce y respeta su herramienta de trabajo va un poco más allá: "Los toreros no han sido listos. A toros como éstos no se les puede tratar como a los otros", y en ese "otros" deja al pelotón completo del escalafón ganadero palpándose la cartera. "No puedes ir", continúa, "tocándoles las orejas con la muleta y quedarte tan tranquilo"; ahora es el otro escalafón, el que luce en las revistas, el que se queda mirando para donde no disparan. "A ver si conoces tu oficio. Tenías que salir por la puerta grande", le interpela a Sánchez Muriel un espontáneo. Él calla y se guarda de triunfalismos de feria chica. Lo dicho: la sabiduría de los mayorales no conoce ni fronteras ni palabras de más.

Javier Vázquez, que lidió tres de los astados que salieron tras la cogida de Aníbal Ruiz ("contusión con probable rotura de fibras del músculo vasto interno", de pronóstico reservado, según el parte médico), afirma conciso: "Han sido toros muy encastados que han dado muchos problemas a los toreros".

Para entonces, en el tendido, y con dificultades, aún se podían localizar aficionados con los ojos intactos. Eran los más viejos, los que gustan de resumir jugadas: "¿No se anunciaba una corrida de toros? Pues eso, de toros".

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