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"La OTAN, falta de liderazgo político, ha cometido errores"

El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, uno de los centros de análisis político y militar más prestigiosos del mundo, acaba de publicar su informe anual, en el que critica duramente la manera en que la OTAN está conduciendo la guerra en Kosovo. Su director, John Chipman, formado académicamente en Harvard, la London School of Economics y Oxford y autor de varios libros, entre ellos Nato"s Southern Allies (1985) y French Power in Africa (1989), explica, en conversación telefónica, las carencias mostradas por Europa en el conflicto y los errores cometidos por la Alianza, víctima, en su opinión, de una nueva enfermedad político-militar: la "corrección estratégica".Pregunta. ¿En qué ha fallado la OTAN?

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Respuesta. Aparte de que ha faltado liderazgo político en la Alianza, se han cometido varios errores militares. El primero es haber abandonado un principio básico de la guerra como es la sorpresa. En marzo, los aliados explicaron a Milosevic con todo detalle lo que iban a hacer, y peor aún, lo que no iban a hacer. Se le dijo que se arriesgaba a un ataque en varias fases, dejándole claro que sólo serían ataques aéreos, y que no se amenazaría su régimen con una invasión terrestre. Así, la OTAN se limitó de forma grave e inútil las opciones que quizá habría de tomar después, sobre todo una vez que se vio que el resultado no era inmediato. Otro error fue explicar que la operación era fundamental para la estabilidad de toda Europa y decir al mismo tiempo que no se podían tolerar riesgos para los pilotos. La OTAN fue víctima de lo que yo llamo corrección estratégica, el equivalente de la corrección política. Y, finalmente, todos estos errores son hijos de un error inicial, que fue creer que la opinión pública no apoyaría una campaña más efectiva.

P. ¿Ha sido un inconveniente la necesidad de consenso en la Alianza?

R. No hubiera sido un inconveniente si el líder de la Alianza hubiera empujado para lograr un consenso fuerte. La actividad en este sentido del presidente Clinton no ha sido equivalente al esfuerzo que hizo el presidente Bush para montar la coalición que libró la guerra del Golfo. La Alianza no es un club de iguales, lo que tiene ventajas e inconvenientes, pero Clinton no ha querido presionar en esa dirección tal vez porque existían diferencias en su Administración o por consideraciones de política interior irrelevantes.

P. ¿Cómo vislumbra el final de la crisis?

R. La crisis se resolverá, muy en el futuro, cuando se produzca una operación de mantenimiento de la paz. Tal vez después de tres o cuatro semanas más de bombardeos Milosevic ceda ante una resolución de la ONU basada en el acuerdo del G-8. Hasta ahora se han estado librando dos guerras diferentes: una contra Milosevic y otra de Milosevic contra los kosovares. En los próximos días pueden unirse ambas guerras, que hasta el momento han estado separadas artificialmente. Si se unen, la operación de la OTAN tendrá una lógica estratégica. Si se mantiene la doctrina de no involucrar fuerzas terrestres siempre tendremos una lógica imperfecta. Por ejemplo, si el lunes el presidente Milosevic acepta las cinco condiciones de la Alianza, no podríamos el martes poner sobre el terreno a los 28.000 o a los 40.000 soldados de la fuerza de paz. Ni tan siquiera nos hemos preparado para el resultado del conflicto que buscábamos.

P. ¿Puede durar una solución en la que participe Milosevic?

R. Una de las principales condiciones es negociar el futuro de Kosovo. Se dice que los acuerdos de Rambouillet están sobre la mesa, pero el problema es que la mesa se ha caído por la ventana. Si Milosevic acepta algo parecido a Rambouillet, existirá la esperanza de que caiga algún día, lo que no parece cercano. No obstante, el régimen de Milosevic es como el de Ceausescu: si cae, lo hará en 12 horas y sin avisar.

P. ¿Cree que Europa saldrá debilitada del conficto?

R. Sí. Europa no se ha distinguido precisamente en los últimos siete años por su política sobre los Balcanes, e institucionalmente no tiene la fuerza de otras veces. Su participación ha sido principalmente en el contexto del G-7. También hay que tener en cuenta que, aunque la OTAN es una organización político-militar, su actividad en los últimos tres años ha sido sobre todo diplomática. Javier Solana es su secretario general, pero es también una especie de embajador, y si hay un Mister PESC, ése es Solana, que es el único político que lleva a cabo una política exterior y de seguridad común europea.

P. La guerra ha puesto de manifiesto las limitaciones europeas de defensa. ¿Qué debe hacer la Unión Europea en este terreno?

R. Europa está en inferioridad de condiciones respecto a Estados Unidos en proyección de fuerza, traslado de armamentos y efectivos, capacidad de vuelo nocturno, etcétera. En mi opinión, la urgencia para Europa no es tanto la creación de una Identidad Europa de Defensa como la creación de capacidades de defensa. El discurso en Europa ha sido hasta ahora muy institucional, pero si Alemania sólo puede poner a 5.000 soldados sobre el terreno y otro país no puede realizar vuelos nocturnos, lo importante no es la identidad, sino la capacidad. Europa tiene mucho que hacer y el camino es buscar la convergencia militar en proyectos, presupuestos, profesionalización de los ejércitos y en organización de los sistemas de comando y control que permita desplegar fuerzas expedicionarias.

P. Tras la Operación Zorro del Desierto contra Irak y ésta de Kosovo parece que asistimos a un nuevo concepto de guerra.

R. Sí. Irónicamente se podría decir que es la guerra de la Tercera Vía, máxima tecnología y publicidad, mínimas bajas. El problema está en la distancia que separa a la retórica de lo que se quiere hacer.

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