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GUERRA EN YUGOSLAVIA El debate político

Críticas a la guerra de la 'tercera vía'

En lo que suele llamarse el establishment mundial, esa comunidad de hombres e instituciones bienpensantes que suele defender a capa y espada las cosas que hay que hacer con el argumento de que no hay alternativa a ello, ha habido pocas voces que cuestionaran los bombardeos aliados a Yugoslavia. Una de ellas, quizá la única que lo hizo de modo inequívoco, ha sido la de Carl Bildt, ex primer ministro sueco y presidente del partido Moderado de Suecia desde 1986.Bildt fue nombrado en junio de 1995 representante especial de la Unión Europea para la ex Yugoslavia, copresidente de la Conferencia Internacional sobre la ex Yugoslavia y alto representante de la Comunidad Internacional para poner en práctica la parte civil de los acuerdos de paz para Bosnia-Herzegovina, los acuerdos de Dayton, puesto en el que estuvo hasta junio de 1997. Sus ideas, pues, se basan en una experiencia directa en el terreno.

Hace ahora un mes, el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, propuso nombrar a Bildt como uno de los nuevos representantes de la ONU en los Balcanes. Pero, según trascendió entonces, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Madeleine Albright, sugirió a Annan que se olvidara de Bildt, ya que era un hombre muy crítico con esta guerra. Había sido especialmente ácido con Tony Blair y Bill Clinton, los dos políticos que han estado a la vanguardia en la guerra humanitaria de la tercera vía.

¿Por qué tanta prevención ante este joven conservador sueco? En aquel momento, hace ahora un mes, la OTAN no había perdido las esperanzas de que, finalmente, los ataques aéreos doblegarían a Slobodan Milosevic y abrirían el camino a una rápida victoria aliada. ¿Qué sentido tenía, por tanto, nombrar a Bildt, que había hablado duramente contra los inspiradores de esta guerra, de la misma manera que se había opuesto a los bombardeos en Bosnia? Ahora que las cosas han cambiado, que la realidad se ha impuesto a las ilusiones, Annan ha logrado sacar adelante el nombramiento de Bildt.

Bildt pasó las vacaciones de Semana Santa en el norte de Italia, en medio del rugido de los bombardeos de la base de Aviano, y regresó a Suecia, haciendo breve escala en Alemania, donde escuchó la opinión de algunos generales retirados sobre la situación en Kosovo. Algunos asumieron posiciones relevantes en la IIGuerra Mundial, y más tarde ocuparon importantes cargos en la OTAN. Uno de ellos, el general Gerd Schmueckle, herido seis veces en el frente ruso, alertó sobre la "nueva fascinación" que despierta la guerra y recordó que las bombas, aparte de no traer la paz, sólo provocan un odio que suele durar varias generaciones. Bildt declaró, de regreso a Suecia, que los jóvenes políticos, en referencia a Clinton y a Blair, creen que es posible lanzar un nuevo tipo de guerra, supuestamente limpia, desde una alta retórica, desde el aire y desde una alta tecnología. "Bombas inteligentes para políticos inteligentes. La tercera vía en guerra", ironizó.

Según Bildt, la guerra de Kosovo representaba, en el inicio de su lanzamiento, una reedición de la guerra de palabras sobre el uso de la fuerza aérea que ya se vivió en el conflicto de Bosnia. Conocedor de lo que fue esta guerra, el ex primer ministro sueco explicó que Washington siempre argüía que unas pocas andanadas de misiles y ataques estratégicos eran suficientes para encontrar la solución, mientras que "otros dijeron que esto sólo podría agravar la situación terrestre y empeorar los trabajos de los civiles expuestos y de las fuerzas de paz de Naciones Unidas". En concreto, recuerda que "el debate emocional sobre la responsabilidad en la masacre de la población musulmana después de la caída de Srebrenica en 1995, declarada zona de seguridad por la ONU, se convirtió en una discusión sobre si fue culpa de la OTAN o de Naciones Unidas, que evitó los ataques aéreos".

Bildt escribió, tras las primeras dos semanas de la guerra en Kosovo, que el propósito de la guerra inteligente era mantener a los albaneses de Kosovo y deshacerse de Milosevic en Belgrado. "Hasta ahora ha sido al revés. La guerra aérea contra Yugoslavia no ha evitado la catástrofe humana; más bien está asociada con ella".

Según Bildt, "los ataques aliados en Yugoslavia no han servido para impedir o siquiera limitar la violencia cometida por los serbios contra los albanokosovares". Pero quizá sea su ironía la que le ha sumado enemigos en Washington. Como cuando dice que "ciertamente suena muy bien que misiles buenos se dirijan a objetivos malos. Pero quizá un día descubramos que las masacres de Kosovo durante las noches y días en que la OTAN atacaba desde el cielo han sido aún peores que los crímenes de guerra cometidos en Srebrenica".

Moraleja: releer a Karl von Clausewitz y a los que estudiaron, en el siglo pasado, la guerra y el poder en los términos duros de siempre. "Quizá no haya guerras inteligentes ni en una era inteligente como la nuestra", advierte Bildt.

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