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Las asociaciones del taxi convocan un paro de cuatro horas en apoyo del compañero asesinado en Sedaví

Los taxistas de Valencia están hoy de duelo por el asesinato de su compañero Vicente Castelló Vélez, de 52 años, degollado en la madrugada de ayer por un cliente en Sedaví (L"Horta Sud). Las asociaciones del sector han convocado un paro de cuatro horas (de las 15.00 a las 19.00 de hoy) para que los taxistas acudan al entierro (a las 16.30 en la iglesia de Alfafar), muestren su respulsa por el crimen y protesten por la "falta de medidas de seguridad" que padecen. Sobre todo la "carencia de mamparas". Durante estas cuatro horas está previsto que sólo presten servicio unos pocos taxis para atender emergencias. La mayoría de los 2.900 taxis del área de Valencia han sido convocados por las asociaciones del sector (La Asociación Gremial de Taxis de Valencia, la Federación del Taxi y USO) a las 16.00 junto al Instituto Anatómico Forense para acompañar al cortejo fúnebre hasta la iglesia de Alfafar. Castelló murió desangrado en su coche a las seis de la mañana. Su último cliente le seccionó la arteria yugular con la hoja de 15 centímetros de una navaja, hallada en el lugar del crimen. Un vecino que paseaba al perro vio huir al supuesto homicida (un hombre de 30 años, bajo, delgado y vestido de negro). La Guardia Civil, que aún no ha logrado detenerle, afirma que "el móvil es el robo". Aunque el ladrón no halló el dinero que la víctima escondía en un calcetín. El delegado del Gobierno, Carlos González Cepeda, dijo que la investigación va por buen camino. La víctima murió a menos de 500 metros de su domicilio. Residía con su mujer y sus dos hijas, de 23 y 20 años, en Alfafar. Apenas llevaba cuatro años trabajando como taxista. Su hija Eva contaba ayer que empezó a conducir el taxi cuando ardió la empresa de maderas en la que estaba empleado. Trabajaba como asalariado para la Compañía Valenciana de Radiotaxi. Eva recuerda que el verano pasado sufrió otro robo y le entregó todo el dinero al ladrón "para que no le hiciera daño". Su jornada laboral concluía a las cinco de la madrugada, pero tenía permiso para apurar unos minutos más al volante porque el viernes era su día de descanso. A las 4.45, Radiotaxi le encargó la última carrera. A partir de ahí sólo recogió a clientes que le paraban en la calle. El último trayecto acabó de forma trágica en el cruce de la calle del Medio y la avenida de Madrid. Antes de morir sentado frente al volante, salió del taxi y dejó un rastro de sangre en la acera y una fachada. Cuando llegó la Policía Local, alertada por el vecino que paseaba al perro, la víctima agonizaba. Había perdido demasiada sangre y murió antes de que llegara la ambulancia.

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