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Policías de élite franceses, investigados por provocar un atentado en Córcega

Los terroristas iban encapuchados, pero esta vez no eran activistas del FNLC-Canal Histórico (Frente Nacional de Liberación Corso), sino policías de élite de la Gendarmería francesa, miembros del muy selecto cuerpo del Grupo de Pelotones de Seguridad (GPS) que operan en Córcega bajo la exclusiva autoridad del prefecto Bernard Bonnet. La investigación no ha concluido, pero parece claro que el incendio que hace una semana redujo a cenizas un restaurante en la isla fue obra de estos agentes. El objetivo aún no está claro.

El jefe de los gendarmes de Córcega, el coronel Henri Mazères, durmió ayer en prisión por "complicidad en el crimen", junto a dos de los presuntos autores materiales del atentado contra el restaurante Chez Francis en Ajaccio, un teniente y un adjunto, acusados por la fiscalía de "incendio voluntario perpetrado por banda organizada". El tercer gendarme de la GPS involucrado en los hechos, el capitán Ambrosse, no ha sido todavía detenido porque se encuentra hospitalizado en Toulouse víctima de graves quemaduras. La primera deducción es que la pertenencia a un cuerpo policial de élite no preserva contra la torpeza ni contra la falta de imaginación a la hora de procurarse coartadas creíbles. Además de retirarse con un hombre gravemente herido, los presuntos autores del incendio abandonaron en el lugar de los hechos una capucha ensangrentada, supuestamente la del capitán Ambrosse, un walkie-talkie y un bidón de gasolina. Abandonaron también, voluntariamente, una octavilla que llevaba el mensaje manuscrito: "Chivato de flics", dirigido a confundir al propietario del restaurante. Demasiados indicios como para que los gendarmes encargados de la investigación no sospecharan de sus colegas.

Versiones contradictorias

Las contradicciones iniciales y la peregrina versión, según la cual los agentes huyeron presos de pánico tras haber sido sorprendidos por una explosión cuando vigilaban un objetivo, han acabado por eliminar las dudas fiscales. La incógnita sigue siendo el objetivo preciso de la acción, aunque parece que los policías trataban de conseguir que el propietario del local pasara a colaborar con ellos al creerse víctima del terrorismo. El escándalo sitúa al polémico prefecto Bernard Bonnet en el centro de la sospecha, e interpela la aparatosa política antiterrorista aplicada en Córcega tras el asesinato del anterior prefecto, Claude Erignac. Investido de excepcionales poderes tras el atentado contra su predecesor, Bonnet, promotor de los GPS, se ha caracterizado por apoyarse casi exclusivamente en los gendarmes y por realizar una ofensiva policial que, pese a las masivas detenciones, no ha dado con los autores del asesinato de Erignac.

Mientras, los nacionalistas corsos de la Cuncolta, escaparate legal del FLNC, se felicitan por haber encontrado una prueba de sus acusaciones contra los GPS. Ayer inventaron una nueva consigna: "Bonnet (gorro) durante el día, capucha por la noche".

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