El Juli sufre una cornada menos grave en el muslo izquierdo
Hasta el parte médico celebra el triunfo de El Juli. "Nombre: Julián López Escobar". "Profesión: Matador de toros". Y en este último apartado, la letra del doctor Ramón Vila cobra nuevos bríos. En efecto, el obligado ritual del formulario facultativo se antojó ayer algo más. Era diagnóstico y constatación de un hecho. La nieve es blanca, en Roncesvalles empezó la Reconquista y El Juli es un torero. Verdades de primaria. El médico así lo advirtió. Por lo demás, menos grave.
Más abajo: "Herida por asta de toro en cara anterior de muslo izquierdo...". Sabido el pronóstico, la letra docta se lanza a la descripción de una cornada con dos trayectorias. La primera, de seis centímetros, "interesa piel y tejido celular". La segunda, con ocho cetímetros, "rompe venas superficiales".
Sin embargo, mucho antes, el calor en tensión que se respira a las puertas de una enfermería se ve aplacado con las primeras noticias que salen del quirófano. Primero, uno de los banderilleros ofrece el primer indicio de tranquilidad: "No sangra. Eso es buena señal. Parece que no ha sido grave. Eso sí, hasta que no no se abre el tarro no se sabe nada".
Herida superficial
Acto seguido, la madre del diestro, escoltada por dos hermanos, exige, e implora, una excusa para la calma. El padre, que sale del portón rojo que custodia el quirófano, acude presto: "Parece que ha sido limpia. No sangra", insiste, "y no ha profundizado". Todos, recelosos, pero más tranquilos. Es el turno para las enhorabuenas. Abrazos tibios en los que la risa y el llanto pugnan. "El triunfo se lo ha llevado...", comenta el padre de El Juli como pidiendo perdón por tanta alegría. Se cumple la media hora y nueva reunión con el doctor. Minutos de espera y... "No es grave. Ha hecho destrozo, pero no es grave. En poco tiempo, otra vez...", afirma el padre y, con la frase, se abre la veda. Ya sí, ahora se puede abrazar, felicitar y clamar el cielo. El pasadizo de la enfermería se convirte de repente en una orquesta de palmetazos lanzados contra los omóplatos. Es el eco de las palmas que se escucharon antes en los tendidos. Un eco que llega con media hora de retraso.
Fuera, la ambulancia sale de la plaza. Son las nueve y cinco minutos. El Juli, en camilla, con el gotero como improvisado triunfo, escucha lo que es suyo. "¡Torero! ¡torero! ¡torero!". El coche se encamina a la clínica Sagrado Corazón. Detrás, a pie, Julián López padre y Victoriano Valencia, apoderado, ven salir a la ambulacia y buscan un taxi. Los entusiastas apenas reparan en ellos. Sólo uno se detiene, se cuadra delante del progenitor y dice: "Enhorabuena. Su hijo es un torero". No se sabe si el espontáneo es médico. Lo que si está claro es que coincide en el diagnóstico del doctor Vila.
La corrida de hoy, 16ª de feria: Toros de El Torero para Litri, Ponce y El Cordobés. A las 18.30.
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