Comandos
DE PASADAEn Granada hemos entrado en una fase incipiente de terrorismo denominada de objetivos pétreos que, aunque no causa daños a los bienes particulares, es tan reprobable como cualquier otra acción de sabotaje. Los comandos eligen sus objetivos entre las estatuas y los monolitos que, como se sabe, constituyen un tipo de víctimas resignadas a su suerte mineral. Los grupos actúan de noche, seguramente embozados, y vierten pinturas y cemento sobre las estatuas y piedras conmemorativas. A fray Leopoldo le han pintado las barbas de rojo y la punta del hábito del color de la almagra. En el monolito a Clinton los saboteadores se esmeraron, como si fueran artistas de desastres, pues además de las tinturas y la escayola adhirieron fondos de botellas, no se sabe si con una mera finalidad estética o recreativa. Por el contrario, en los labios de la estatua de Ibn Tibon, colocada en la que fuera la antigua judería, nunca falta un cigarrillo. Ya que se aburre, pensarán, que al menos fume. Da terror pensar qué método emplearán tales comandos contra la estatua del aguador y una especie de burro lunático, con cuernos y todo, que Gabriel Díaz Berbel pretende colocar con el patrocinio de la empresa del agua potable en las cercanías de la Plaza Nueva y cuya maqueta anda por los despachos municipales dando tumbos y rebuznos. ¿Adornarán las orejas del asno? ¿Envenenarán el agua pétrea del cántaro del aguador? ¿Respetarán la estatua del primer alcalde franquista de Granada, Antonio Gallego Burín, que ya está lista para ser colocada junto en una de las entradas de la ronda de circunvalación, el hombre que dijo, en su toma de posesión, que "una de nuestras primeras obras será perpetuar ese recuerdo en el signo simple y enhiesto de la Cruz de los Caídos"? El aparatoso funicular con que el Ayuntamiento pretende que los turistas suban a la Alhambra se salva, por el momento, de las dentelladas de los comandos ya que pertenece al reino de la fábula. Eso sí, el alcalde y su concejal César Díaz se quedaron de piedra cuando Alberto Humanes, el representante del Ministerio de Educación y Cultura, mostró su desacuerdo con una idea que parece premiada en un concurso de pesadillas. Por cierto: el proyecto del funicular se impuso a otra más racional gracias al voto enviado por fax por un miembro del jurado que no asistió a las deliberaciones, José Antonio Fernández Ordóñez. ALEJANDRO V. GARCÍA
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